No sabemos cómo será en otros planetas, pero en el nuestro, en La Tierra, los suelos son uno de los soportes más importantes de la vida.
Cuba, apenas independizada de España, iniciado el siglo XX, los puso en el centro de la atención científica: puede decirse, y para nada olvidamos a Finlay, que los suelos estuvieron entre los primeros campos de interés de los científicos cubanos, que convocaron a colegas norteamericanos y de conjunto, concluyendo el primer cuarto del siglo, se tenía el primer estudio y bastante completo de los suelos de Cuba.
Es posible que se necesiten precisiones de los historiadores de las ciencias, pero fueron muchos los cubanos que con esta historia en ristre, en la segunda mitad del propio siglo colmaron los Institutos de Suelos, donde se formaron como técnicos de nivel medio y luego de ingenieros agrónomos, pero con los suelos como la vedette de todo su esfuerzo por desarrollar la agricultura.
- Consulte además: Cuba y el uso sostenible de los suelos
Se introduce el sistema de cultivo del "pelo pardi", llegan los edafólogos de varios países del antiguo Campo Socialista y, junto a la ya abundante cosecha de edafólogos cubanos, concluido el siglo XX, tenía Cuba no sólo un conocimiento bastante completo de todos sus suelos, sino también una de las cartografías más completas de ellos a nivel global.
Lo malo de esta historia es que, al parecer, todo eso ha sido engavetado y para nada se les toma en cuenta a la hora de decidir acciones sobre los suelos, acciones que afectan a los suelos y todo lo que de ellos depende.
En estos momentos el mayor dramatismo lo ofrece la ubicación y construcción de los campos de paneles fotovoltaicos tan necesarios en medio de la grave crisis energética que enfrentamos, pero no se trata de incentivar un recurso por encima de otro. La mala praxis evidenciadas en estas contrucciones está provocando grandes daños y hasta importantes pérdidas de suelos, en los que pudiera producirse alimentos o productos forestales, pero tras la mutilación a la que se les está sometiendo, su recuperación va a resultar bien difícil, costosa y muy prolongado en el tiempo.
- Consulte además: Cuba, suelos productivos y agricultura sostenible
Por otra parte, lo poco de suelo que queda en esas áreas mutiladas por el desbroce con buldóceres, queda bien expuesto a la erosión, que no solo empobrece más a lo que allí queda de suelo, sino que lo que es arrastrado por las lluvias va a llenar de sedimentos las presas o a cubrir de sedimentos a los ya bien maltrechos arrecifes, si el escurrimiento va directo al mar a través de arroyos y ríos o bajando por los siempre cercanos litorales.
Resulta muy urgente que se preste mayor atención a este asunto y que sirva como detonador a la elaboración de normas que protejan a los suelos de intervenciones que pudieran ser evitadas.
De igual manera, poner en plan (plan para ejecutar) la recuperación de la mayor cantidad posible de superficies de suelos ya afectados.
Saberes para lograrlo se han acumulado suficientes...
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