Un nuevo capítulo se ha escrito en el deporte cubano con la despedida de Omara Durand en los Juegos Paralímpicos de París 2024. Durand se alzó con la medalla de oro en los 200 metros T12, cerrando así su gloriosa carrera con un total de once títulos a lo largo de su trayectoria en Juegos Paralímpicos.
El momento fue un torbellino de emociones. Al cruzar la meta, Omara no solo reclamó su victoria; sino su legado. Con una sonrisa que ocultaba la tristeza del adiós, abrazó a su entrenadora, Miriam Ferrer, quien la recibía, llena de orgullo y melancolía tras el resultado de su esfuerzo y sacrificio.
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Omara, en un gesto de humildad, se arrodilló en señal de agradecimiento, reconociendo que cada victoria había sido un esfuerzo conjunto.
«Estas lágrimas son de felicidad», expresó entre sollozos, recordando los años dedicados a la velocidad y la competencia. Su compañero Yuniol Kindelán, que durante años había estado a su lado en la pista, también se despidió con gratitud, resaltando la amistad que había florecido en medio de la tensión y la gloria del deporte.
Omara Durand ha dejado un legado eterno para la historia del deporte cubano, no solo por los títulos ganados, sino por la pasión y el amor que puso en cada carrera. Su nombre no solo será recordado como el de una campeona, sino como el de una mujer que, con cada zancada, elevó el espíritu de su patria y se ganó un lugar en el corazón de su gente.
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