Llegamos al Jardín junto a la primera lluvia de mayo y la primera en mucho tiempo también. Allí nos recibió Janet Sam Pascual, directora del centro, feliz por el agua que ya su jardín venía exigiendo.
El nombre de Cupaynicú se le da por el río que lo atraviesa, que a su vez lo obtiene de los cupeyes que antes proliferaban en esa zona. Sus diversos usos lo llevaron al borde de la extinción. Ahora a la entrada del Jardín se exhibe un ejemplar como símbolo de identidad y conservación.
El Jardín tiene como misión fundamental la protección del medio ambiente, además es una unidad de ciencia, donde prevalece la conservación de la biodiversidad y la educación ambiental. Pertenece a la Agencia de Medio Ambiente y es parte de la Red Nacional de Jardines Botánicos.
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El Jardín Botánico de Cupaynicú fue fundado en 1981. En sus 104 ha, el recinto abarca 15 áreas de colecciones botánicas. Posee un área protegida con categoría de Reserva Florística Manejada, que en estos momentos se encuentra en proceso de una nueva caracterización de Reserva de Vida Silvestre. Cuenta además con la responsabilidad del área especializada de cactus y suculentas del municipio de Pilón.
Los visitantes pueden disfrutar de recorridos con guías especializados, espacios para picnic, ventas de plantas ornamentales y servicios como áreas de eventos y escenografías para la realización audiovisual.
Terminamos de hablar con Janet, la lluvia cesó. Se comenzaron a escuchar las aves, un tocororo a lo lejos, un cartacuba cerca. Las lagartijas aparecieron en el haz de las hojas y nosotros salimos a recorrer el paisaje mojado.
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