En el impulso económico y social de Cuba, así como en la promoción e implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030, los gobiernos locales son esenciales. Estos constituyen el vínculo entre el Gobierno Central y las comunidades y juegan un papel fundamental en la participación e integración de los diversos actores de la sociedad.
En nuestro país, esto viene respaldado desde la Constitución de la República, en la cual los municipios adquieren mayor relevancia a partir del reconocimiento de su autonomía, la que ejercen en correspondencia con los intereses de la nación.
En una primera etapa de enfrentamiento a la COVID-19, ha resultado esencial el rol desempeñado por los municipios y las comunidades, erigiéndose como el espacio principal para la gestión de la vida. En ese sentido, la utilización de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) como medios para conectar actores y procesos ha sido esencial. Por ello, hoy en Mirar la Web nos acercamos a estas experiencias y a uno de esos proyectos que desde la academia guía el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Conversamos entonces con el MsC. Fidel Alejandro Rodríguez, profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, quien coordina el proyecto Enredes.
— ¿Qué rol han desempeñado la comunidad, y los proyectos comunitarios, en la búsqueda de soluciones en un año marcado por una pandemia mundial?
"Por más que se sigan teniendo estructuras centralizadas, en las comunidades se ejerce el principal espacio para la distribución y el acceso a los recursos básicos, así como para el control y desarrollo de la vida, en este caso su preservación, por las consecuencias del virus. Evidentemente se hace necesario reforzar la capacidad de las mismas para convertirse en micro centros de la reproducción de una vida sana y sustentable para todos.
"De alguna manera Cuba tiene un camino recorrido en ello. Desde la aprobación de la constitución en 2019, que resalta al municipio como centro de la organización vital de la sociedad, y luego las progresivas legislaciones que se han estado haciendo. Aun cuando estas últimas no han podido estar a la altura de las necesidades que tenemos, ni nuestra capacidad de concebir la organización del comercio y el acceso a los alimentos, a las decisiones y gestiones de determinados recursos básicos, como hubiéramos necesitado para la respuesta a la pandemia. Pero efectivamente el 2020 nos ha demostrado que ese es el espacio desde el cual se debe gestionar.
"Como también se ha hecho evidente la necesidad de contar con las capacidades dentro de las comunidades para alcanzar esa conexión de actores, procesos y soluciones. En este sentido las TIC pueden desempeñar un rol maravilloso. Tengamos en cuenta que vivimos en un país con una amplia tradición comunitaria. Aunque aún nos queda un aprendizaje de vida comunitaria en redes digitales, que eso ha estado retado por nuestra relación con estos espacios virtuales en los últimos tiempos".
En entradas anteriores, nos acercábamos al proceso de participación en escenarios digitales de los usuarios cubanos durante la pandemia. En ese entonces reconocíamos cómo algunas cuentas en sitios de redes sociales hicieron efectivo el ejercicio ciudadano. Entre las identificadas sobresalieron los Organismos de la Administración Central del Estado (OACE), sobre todo el Ministerio de Salud Pública; en segundo lugar los medios de comunicación; en menor medida figuras públicas locales. Sin embargo, no resultaba suficiente, debido a la posibilidad del usuario de interactuar directamente con estructuras superiores, las inmediatas (delegados, diputados, representantes de organizaciones políticas y de masas o de instituciones) quedaban relegadas ante el silencio o la “inmovilidad”. Un comportamiento que podría llevarnos a la pérdida de credibilidad o la capacidad de representación. De ahí la importancia de fortalecer sus prácticas de accesibilidad, rendición de cuentas, movilización y gestión, también en espacios virtuales.
Volvemos entonces al rol que juegan las TICS y cuánto más se puede hacer en este sentido. Al respecto, el académico consideró que el último año ha resultado en una experiencia enorme en nuestra relación con las tecnologías digitales en red en sus múltiples dimensiones.
“Por un lado las instituciones, los negocios privados y la vida de las personas ha estado retada a organizarse y evolucionar, no en un sentido lineal, sino en adaptarse a la necesidad de construir relaciones en red que permitan garantizar la reproducción básica de la vida, ya sea para acceder a alimentos, o compartir con la familia.
“En ese sentido, la irrupción de millones de personas a los sitios de redes sociales y plataformas comerciales transnacionales ha tenido un impacto tremendo, en los modos en que se construye la opinión pública en el país, nos representamos lo que deben ser las cosas y cómo visualizamos hacia dónde van las decisiones”, acotó.
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Además, valoró que estos espacios deben ocuparse para convertirse en sitios sanos —algo que en gran medida no está sucediendo— en los cuales, nos desenvolveremos profesional y personalmente con mayor frecuencia que antes.
“Es necesario construir interfaces digitales que permitan a distintos grupos sociales interconectarse entre sí para garantizar esa reproducción social de la vida en un sentido de bienestar como decíamos anteriormente. Estas interfaces implican no solo estructuras tecnológicas como los sitios de gobierno electrónico —que ojalá y llegaran a nivel de consejo popular, de barrio—, sino redes humanas conectadas y organizadas entre sí para gestionar adecuadamente los procesos.
“Eso implica también formas de organizarse y de garantizar que los procesos de las instituciones sean funcionales. Además de buscar la forma en la que la tecnología permita, por lo menos, visualizar, conversar y deliberar hacia dónde vamos. Esa manera de “conectarse” no es solamente un habilidad técnica, es también una habilidad social, política, enmarcada en un contexto de derechos que debiéramos reforzar y fortalecer”, agregó.
— ¿Cómo viene Enredes a articular la relación municipio/comunidad- academia?
En esas circunstancias, el Proyecto Enredes lleva varios años colaborando en algunos municipios del país como Centro Habana, Habana Vieja, Plaza de la Revolución en La Habana, y Cumanayagua, en Cienfuegos, para fortalecer esa capacidad de conectar —a través de las TIC— a instituciones, personas e ideas en función de un desarrollo sostenible.
Hemos trabajado sobre todo en metodologías de cómo la gente se organiza y se conecta, particularmente con las instituciones. En ese sentido, hemos colaborado con la agenda de gobierno electrónico, hemos creado un manual para la información y la comunicación en gobiernos y espacios locales, una guía de gobiernos digitales con apoyo de la Plataforma PADIT. También hemos apoyado el desarrollo de software en esas comunidades, colaboramos con la elaboración de la estrategia de gobierno electrónico nacional, en particular con el Observatorio Digital de Gobierno Electrónico. Durante años hemos capacitado a actores de gobierno y ciudadanos para enfrentar este escenario.
— ¿Qué ha significado coordinar un proyecto como este?
Llevar un proyecto como Enredes desde una universidad cubana lleva mucho sacrificio y trabajo voluntario. Así como esfuerzo y enfrentamiento a trabas burocráticas que demoran procesos y que no permiten apoyar todo lo que queremos a las circunstancias, pero creemos que existen las condiciones y la visión para poder logar un poco más.
— ¿Retos y aprendizajes?
Los retos son enormes y queda muchísimo por hacer. Particularmente este año como no podíamos continuar algunas de las capacitaciones, decidimos realizar otro tipo de actividades, que tenían que ver con visualizar la labor de personas que promovían un bienestar colectivo desde su ejercicio de la solidaridad. Ahí compartimos con proyectos muy diversos y de distinto tipo de compromiso con la sociedad.
En este momento estamos trabajando en varias cosas. Entre ellas una guía para el trabajo en redes digitales comerciales de los gobiernos locales, con un conjunto de herramientas básicas para que estas personas que empiezan a relacionarse con estos espacios puedan conectarse adecuadamente con su ciudadanía y producir soluciones. Además, para que se pueda aprovechar la participación ciudadana en enmendar cosas que quizás no están llevando un buen camino y poder aprovechar esos datos para entender hacia dónde encaminar sus políticas y a la vez compartir el trabajo que realizan.
Para un próximo ciclo, estamos trabajando en tres áreas específicas:
- Enredes conecta: Tiene que ver con nuestro compromiso, con la capacidad de las instituciones locales de servir al desarrollo sostenible, como está previsto en el Programa Nacional de Desarrollo Económico y Social para el 2030, y por lo tanto, seguir fortaleciendo las capacidades de los gobiernos locales y las administraciones públicas para servirle como una gestión más eficaz a sus ciudadanos y para fomentar procesos participativos en esos espacios.
- Enredes crea: capacidad de conectar actores y procesos en prácticas creativas. Ahí vamos a trabajar de distintos modos sean productos comunicativos, software que podamos facilitarles a las instancias locales en apoyo a las principales batallas q hay hoy en esos escenarios.
- Enredes aprende: Queremos poner productos comunicativos que contribuyan a la educación para la vida en entornos digitales, particularmente la participación. Pensando en cómo la gente en nuestro país se pueden relacionar de forma sana y sustentable y construir un proyecto común que sea de beneficio para todos. Ello está sujeto a otras mediaciones políticas, económicas, legales, pero en primera instancia para por saber hacer y entender el espacio en el que estoy conviviendo.
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