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viernes, 22 de noviembre de 2024

Sobreexposición filial, el riesgo de presumir a hijas e hijos en Internet

No compartir en redes sociales contenidos sobre nuestra descendencia sin antes detenernos a reflexionar, es una recomendación que deberíamos asumir madres y padres...

Yeilén Delgado Calvo
en Exclusivo 25/11/2023
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Sobreexposición a redes sociales
Que el entusiasmo del amor no nos haga sobreexponer a hijas e hijas. (Detrás de las redes sociales)

¿Cuánto compartes en internet sobre las vidas de tus hijos? ¿Para qué publicas asuntos de tus hijos en las redes? ¿Con quién compartes información sobre ellos? ¿Cómo se sentirá tu hijo en un futuro al ver esta publicación?

Son esas algunas de las preguntas que se recomiendan a madres y padres, en varios de los artículos que abordan la sobreexposición filial (conocida como sharenting, en inglés); todos coinciden en que es necesario, antes de dar el paso de postear fotos, videos u otros contenidos sobre nuestra prole, detenerse a reflexionar.

No importa si somos más abiertos o cerrados en redes, si nuestros límites en cuanto a compartir la privacidad en línea son más estrechos o amplios, en cuanto pasamos a compartir contenidos sobre hijas o hijos estamos traspasando los límites de la privacidad ajena, aunque seamos los adultos a cargo de sus destinos. Niñas y niños son sujetos de derecho.

Según un artículo de la BBC sobre el sharenting  –acrónimo de to share (compartir) y parenting (crianza); definido en el diccionario Collins como la práctica de los padres de usar las redes sociales para comunicar abundante y detallada información sobre sus hijos”– “hasta ahora, no ha existido otra generación de niños con una infancia tan pública. Y es probable que, cuando crezcan, muchos no estén de acuerdo con ello”.

Esta práctica de documentar la vida de nuestros hijos en redes aparece cada vez más inscrita en la lista de riesgos asociados a Internet. Una razón esencial para ello la ilustra la página especializada Criar con sentido común, donde se lee que esta conducta puede tener consecuencias, no solo para la propia privacidad y derecho a la imagen y a la intimidad del menor; sino también para su propio autoconcepto y autoestima.

Una característica de las redes es que son difíciles de controlar, cualquiera puede hacer un pantallazo de la foto o compartir sin nuestro consentimiento, incluidos los familiares o amigos. Por eso, las fotos que creíamos más inocentes o graciosas pueden desembocar en pornografía infantil,  ciberacoso,  ciberbullying o cibersuplantación de identidad.

Asimismo, toda esa información que se acumula va creando una identidad digital para los pequeños, sin su autorización, y se hace parte de su reputación en línea. A fin de cuentas, no sabemos si estamos criando a un futuro dignatario, diplomático o personalidad de cualquier rama, ¿los avergonzará lo que hemos posteado sobre ellos?, ¿podrá ser usado en su contra?

La Sociedad Nacional para la Prevención de la Crueldad contra los Niños, en Reino Unido, dice que «cada vez que una foto o video es publicada, se crea una huella digital del niño que puede seguirlo en su vida adulta».

¿Qué hacer entonces? Varias naciones ya tienen legislaciones al respecto, pero ante todo se trata de sentido común. Es completamente errado compartir fotos de los niños desnudos, con poca ropa o en poses provocativas; tampoco socializar los nombres de sus centros educativos o direcciones; ni compartir contenido vergonzoso o sensible que los implique: por ejemplo, videos de perretas, internaciones hospitalarias, o de hábitos privados.

Además, hay que regular las políticas y configuraciones de privacidad, y si se va a compartir determinado contenido con familiares o amigos solamente, dejarles claro que no deben difundirlo. Una vez que hijos e hijas vayan creciendo, es imperativo preguntarles si están de acuerdo con que posteemos algo relacionado con ellos.

Respetar las maternidades y paternidades ajenas es también imprescindible: no juzguemos a quienes no quieren que las fotos de su descendencia estén en la web, y mucho menos reproduzcamos lo que nos han enviado solo a nosotros en nuestra condición de personas de confianza.

En resumen, si dudamos antes de colgar una foto, abstengámonos. A fin de cuentas,  como leí hace poco en un cartel: lo esencial es invisible a las redes sociales.


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Yeilén Delgado Calvo

Periodista, escritora, lectora. Madre de Amalia y Abel, convencida de que la crianza es un camino hermoso y áspero, todo a la vez.


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