Para las madres que se separan de los padres biológicos de sus hijos, o aquellas que siempre han sido madres solteras, una de las preocupaciones principales es qué impacto puede tener en las dinámicas del hogar el que ellas decidan tener nuevamente pareja.
Muchas son los elementos a valorar: cómo impactará emocionalmente en los niños; si el hombre será una figura cercana; de qué manera se implicará en la crianza; y qué pasará si la relación no funciona.
Todo ello sin mencionar lo preocupante de dejar entrar a una persona en la intimidad de la casa, con lo que ya sabemos de abuso sexual en la infancia.
El panorama puede asustar y una medida esencial es no presentar a los hijos y menos hacerlos vivir con alguien que no conocemos bien, y sin estar seguras de que la relación tiene altas probabilidades de éxito.
La maternidad no puede impedir la felicidad amorosa, aunque sí impone andar con pies de plomo.
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Llegadas ya al punto de formalizar una unión, es inevitable que surjan lazos entre nuestra pareja y los niños, sobre todo porque las maneras en que los hombres experimentan y conciben la paternidad han cambiado.
Hace unas décadas, al denominado padrastro se le pedía tan poco como al padre biológico: que fuera proveedor, y una figura que inspirara respeto por la vía del temor. Cuántas madres no dijeron: "se lo voy a decir a tu papá" o "deja que llegue".
El padrastro, aunque siempre existieron excepciones honrosas, generalmente se implicaba poco con la crianza, y casi siempre la propia madre lo prefería así.
Pero hoy muchos hombres llegan a familias ensambladas con experiencias o concepciones de la paternidad diferentes, más cercanas y amorosas.
El padre afín, término que actualmente se prefiere al de padrastro, usualmente se implica hombro con hombro en la crianza de los niños: opina, apoya y ejerce; no hace diferencias con sus hijos biológicos; y entiende que su nuevo rol supone responsabilidades y deberes.
Es por eso que la ley en Cuba, a través del Código de las Familias, reconoce y protege a esta figura, así como a la madre afín.
Sobre todo, porque la composición de la familia ensamblada "rompe los esquemas de la familia nuclear tradicional, sin embargo, es una de las modalidades más comunes de la sociedad cubana actual y ello impone la necesaria regulación legal de los derechos de los padres, madres e hijos afines".
Esta cita corresponde al artículo Los derechos de los padres, madres e hijos afines en el proyecto de Código de las familias, publicado en la columna Pensar el Derecho, de Cubadebate, coordinada por las doctoras en Ciencias Jurídicas Majela Ferrari Yaunner y Yamila González Ferrer.
En ese texto se aclaraba que "la nueva pareja del progenitor no ocupa el lugar del padre o la madre. No se trata de un sustituto (a) capaz de lesionar la autoridad e identidad parental, sino que tiene su lugar propio y es considerada como una figura de referencia distinta".
Lo que sucede, se explicaba, es que al interior de la familia, en la convivencia, se dan situaciones que obligan al padre afín a "asumir conductas y tomar decisiones que inciden directamente en la crianza y formacion de los menores de edad que conviven en ella", lo que se consideraba exclusivo de los progenitores.
Ejercer ese rol implica cooperar al máximo y coordinar esfuerzos con la madre, al establecer acuerdos sobre la crianza y la educación; y supone una relación más profunda con la hija o el hijo afín.
- Consulte además: Amor de pareja y maternidad, ¿cómo conciliarlos?
Es por eso que el Código de las Familias establece que es posible la delegación temporal de la responsabilidad parental en el padre afín, al no poder continuar desempeñándola la madre, y oído el parecer del "progenitor no guardador, si fuera posible y lo que al respecto puede manifestar el hijo afín como eje central del asunto, atendiendo a su edad y madurez".
En el texto del Código también se regula el derecho de visita o comunicación en caso de que se disuelva la unión, y otros asuntos referentes, por ejemplo, a la obligación de dar alimentos.
Los padres afines, como los padres en general, tienen sobre sí todos los retos de la sociedad patriarcal, que no se acaba de convencer de que sean tan capaces como la madre de criar.
No obstante, muchos desmienten día a día este mito, ofreciendo protección y amor. Lo aseguro yo, que tengo un excelente padre afín en casa.
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