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viernes, 22 de noviembre de 2024

¡Ay, las vacaciones de verano!

El panorama de dos largos meses de calor y sin escuela o con el círculo a media máquina, asusta a más de una madre cubana, que debe ingeniárselas  para conciliar trabajo y cuidado...

Yeilén Delgado Calvo
en Exclusivo 08/07/2023
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madre e hija
Las vacaciones son buen momento para reconectar con hijas e hijos

Voy por la acera y de frente viene ella. Su aspecto apurado, más la ropa formal y el portafolio, delatan que el trabajo la espera, y que llega tarde.

De la mano lleva a un niño de unos siete u ocho años, casi lo arrastra, porque él se empeña en que su carrito avance por la pared, ajeno a la prisa de su madre.

No puedo evitar sonreír cuando les paso por el lado, y ella, después de suspirar, le dice: “Ay, mijito, qué larga van a ser estas vacaciones”.

***

Llego al trabajo y apenas abrir el elevador siento la voz del hijo de mi amiga.

Voy hasta la redacción y ahí lo veo, moviéndose a la velocidad de la luz, mientras su mamá intenta avanzar algo en la computadora, hacer que él hable bajito, y que no moleste a ningún compañero.

Apenas hacemos contacto visual ella y yo, adivino el contenido de su mirada: “Qué difícil es esto”.

***

Y sí, es difícil. Por eso, cuando hace par de semanas abrí la bolsita del círculo de mi hija y vi el mensaje perfectamente impreso, se me detuvo la respiración.

Vacaciones de verano
Vacaciones de verano; una asignatura pendiente (Alfredo Lorenzo Martirena Hernández / Cubahora)

De forma muy educada, nos conminaban a retirarla de la institución los dos meses de verano, porque aunque en teoría no deben cerrar, las seños salen de vacaciones, y tienen menos personal.

Después de hablar con la directora, y dejarle claro que era imposible para mí y la familia estar dos meses completos sin círculo, y que haríamos un esfuerzo por tenerlos en casa en agosto, llegué a la conclusión de que el susodicho papelito era una estrategia para “cribar” los salones, pues siempre hay madres y padres que los retiran los dos meses, y otros que no pueden hacerlo.

No obstante, aunque el círculo tenga el deber de permanecer abierto, es muy duro tener que dejarlos cuando no hay casi compañeritos.

En resumen, no hay corazón que aguante esa culpa, y las vacaciones se vuelven un largo periodo de angustias para los adultos, que cuando más tenemos derecho a quince días continuos de vacaciones.

En la etapa escolar, y aunque hayan actividades en estos centros, la situación es igual de compleja.

Llevarlos alguno que otro día al trabajo puede ser una opción, pero no muy práctica. Sin contar que hay centros donde no pueden estar, por razones de seguridad o de la naturaleza de la labor, es casi imposible concentrarse bien con la prole revoloteando por ahí; además de la molestia que se puede ocasionar a las otras personas.

Lo más práctico es acopiar días de vacaciones, y compartir el cuidado con la red de apoyo que se tenga: papá, pareja, abuelos, tíos. También tratar de hacerles un programa de actividades a la altura de lo que se merecen, divertido, edificante, y –esto es muy importante– acorde a las posibilidades de nuestros bolsillos.

Al final, lo que más nuestras hijas e hijos agradecen es el tiempo de calidad con su familia, sentirse amados y cuidados.

De todas formas, las vacaciones de verano se acaban, y septiembre volverá con su carga inestimable de normalidad, para madres y padres desesperados. Mientras, vale aprovechar ese tiempo para conectarnos, querernos y ejercitar el don de la calma.


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Yeilén Delgado Calvo

Periodista, escritora, lectora. Madre de Amalia y Abel, convencida de que la crianza es un camino hermoso y áspero, todo a la vez.


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