Mi pareja llega del trabajo y apenas mi hija y mi hijo sienten el chiflido con el cual se anuncia, empiezan a brincar en la puerta de forma alocada.
Él entra y ellos quieren jugar, que los cargue, que los escuche, apenas me dejan darle un beso. Enseguida nos agarra el torbellino de la casa. Nos ayudamos en la cocina, damos de comer a los niños, fregamos, preparamos leche, ordenamos, hacemos algún pendiente de trabajo... Se van las horas, y casi siempre yo tengo alguno de los chicos encima, y nos interrumpen mil y una vez mientras intentamos tener conversaciones de adultos.
¿Cómo, en medio de esa cotidianidad tan demandante, preservar y fortalecer una relación de pareja? Nuestra receta es sencilla y funciona: actuamos como equipo, tratamos de que nuestro tiempo con los niños sea divertido siempre, en casa o de paseo, y no dejamos pasar ninguna oportunidad de demostrarnos cariño, ya sea con una mirada o un abrazo relámpago.
Además, si los niños no están en casa, aprovechamos para salir a lugares que nos gustan, descubrir otros nuevos... en fin, no perdemos de vista que una pareja es un proyecto de vida en el que hay que invertir tiempo y energía.
No cabe duda de que ese clima entre nosotros favorece el amor de la familia, y hace feliz la convivencia.
No es casual que tantas uniones se fracturen durante el embarazo o luego de nacidos los niños. La maternidad, y también la paternidad, implican la reconfiguración de las prioridades y del uso del tiempo, así como profundos cambios sicológicos y físicos.
Si la pareja está resquebrajada por la rutina o el tiempo, o no la unen lazos fuertes de amor, hay altas probabilidades de que se rompan.
Aunque los hijos merecen y necesitan de toda nuestra atención, también requieren ambientes sanos y madres y padres felices. Por eso es imprescindible atender la salud de la pareja.
Si dos personas se concentran solo en los hijos y dejan de verse uno al otro, cuando estos crezcan, o cuando cualquier dificultad de la vida se les imponga, entenderán que entre ellos ha desaparecido el vínculo; y es muy difícil volver de ahí.
Por eso es esencial buscar el tiempo para hacer actividades juntos, para tener relaciones, para sorprenderse. Disfrutar espacios sin los hijos, siempre que estos estén bien cuidados, es motivo de orgullo y no de culpa: significa que no nos estamos olvidando, a pesar de tener el trabajo más difícil del mundo.
No es imposible conciliar amor de pareja y maternidad, ni siquiera cuando se ensambla una nueva familia tras una ruptura. Quien nos ame verdaderamente, amará a nuestros hijos, y entenderá la prioridad absoluta que tienen en nuestras vidas.
Una madre que ama y es amada será siempre una madre más feliz, y ese ejemplo es esencial para nuestra descendencia.
Miremos a los ojos de quien nos acompaña en el camino difícil de la crianza, y agradezcámosle por eso. Y también, y sobre todo, no olvidemos decirles y hacerles sentir que también son esenciales para nuestra felicidad.
Amor de pareja y maternidad, ¿cómo conciliarlos?
La maternidad es demandante y absorbente, a veces parece que no deja chance para nada más, ni siquiera para amar a alguien más allá de nuestros hijos...
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06/05/2023
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