Guardiola, ¿un genio?(+ Infografía)

Josep Guardiola volvió a fracasar en la Champions League. Esta vez el sueño de conquistar la máxima competición europea a nivel de clubes quedó frustrado a manos de un Tottenham desarreglado en defensa, pero valiente al plantear un partido de “tú a tú” y proponer un juego directo e incisivo. Si tomamos en cuenta el penal errado por el "Kun" Agüero en el partido de ida y los dos groseros errores de Aymeric Laporte en el enfrentamiento de vuelta, esta eliminación en instancias de cuartos quizá haya sido la más injusta para Pep en toda su carrera como entrenador.

Desde su salida del FC Barcelona, el catalán se ha desentendido de las finales y los títulos de Champions. Situación que para otros pudiera pasar como una simple asignatura pendiente, aunque no para quien tantas veces se le ha colgado el cartel de mejor seleccionador de, al menos, lo que va de siglo.

Podrá decir y hacer cuanto quiera para convencernos de que su presencia en el Manchester City para nada se debe al anhelo inglés de reinar en el Viejo Continente. Sin embargo, al final de la jornada se reconoce como el gran perdedor. Aún más, cuando de la nada apareció el Ajax, un conjunto mucho menos trabajado y con el mismo estilo que descaradamente él patentiza, con un puesto en la semifinal nada más intentarlo.

Ya lo sabemos, la moda del fútbol moderno consiste en sobredimensionarlo todo; y puede que en la tentativa de “ensanchar” los indiscutibles y extraordinarios logros de Guardiola, al oficialismo mediático se le haya ido un poco la rosca. Por mucho tiempo se nos ha vendido la imagen de un director técnico con alma de filósofo y profeta. El híbrido perfecto entre un revolucionario de la táctica y un valeroso mariscal de campo, cuando solo hemos contemplado a un aplicado estudiante y formidable ganador.

(Infografía:Marca)

Mire como se mire, El Noi de Santpedor no ha hecho otra cosa que beber de la fuente de Johan Cruyff, quien verdaderamente cambió para siempre la manera de interpretar el balompié. Desde entonces, tanto en España, Alemania o Inglaterra—siempre con los mejores clubes— ha preferido aplicar el mismo "Plan A" con aparente marca de autor, a adaptarse a las condiciones reales de cada selección.

Sus inicios al frente de los banquillos coincidió con la mejor generación de futbolistas españoles de la historia. Además de heredar el proyecto encaminado de Fran Rijkaard, contó con jugadores de la talla de Xavi e Iniesta que le permitieron desarrollar el juego de posesión y trato de balón. Afirmar que solo a partir de su presencia el Barça inició el camino del llamado “tiki-taka”, sería una total falta de respeto a la labor de otros estrategas como Luis Aragonés o, incluso, el propio Rijkaard. Eso sí, nadie podrá quitarle a Guardiola el mérito de haber tenido el coraje suficiente para prescindir de los Ronaldinho, Samuel Eto´o o Deco y de haber descubierto al siempre omnipresente Sergio Busquets. De ahí en adelante, solo tuvo que encargarse de administrar minutos y de potenciar habilidades. 

Con la credencial de haber marcado época, se despidió del Camp Nou para dirigirse hacia tierras bávaras, donde, sin más nada que ganar en el ámbito doméstico, lo esperaba el Bayern Múnich con el anhelo de alzar la codiciada Orejona. Allí encontró una plantilla sólida y con criterio. Provista de las mayores exquisiteces futbolísticas encarnadas en Frank Ribéry,Arjen Robben, Mario Mandzukic´,Thiago, Mario Gotze y otros tantos. Aun así, demandó cambios y mucho dinero para al final lograr lo mismo de siempre. Sí, el Bayern jugó diferente, pero de esa visión nada trascendió.

Tres años después quiso probar en el football inglés y la historia se repitió. Luego de poco más de 600 millones de euros, Pep acumula en la Premier similar palmarés que Roberto Mancini o Manuel Pellegrini y conserva la misma mala suerte fuera de casa.

El constante fracaso en Champions hace tambalear el pedestal de su magnificencia ¿Se puede presumir de hacer las cosas bien cuando se pierde frente a los mejores? A Guardiola lo condena la soberbia, el ego de la propiedad privada sobre una identidad al fin y al cabo calcada; la utopía de la perfección, cuando en el fútbol lo más importante siempre ha sido ganar. Genio, según la Real Academia de la Lengua Española, es aquel “con la facultad extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas o admirables.

Nadie duda de su infinita capacidad para administrar vestuarios. Llamarlo farsante tampoco hace gala a la sapiencia y a los títulos de un excelente entrenador, pero nada más.