Arsene knows

Cuando Ozil fichó por el Arsenal, un chiste respecto al plan maestro de Wenger circuló por la red. “Gervinho pasa a la Roma, así estos pueden vender a Lamela a los Spurs; entonces el Tottenham vende a Bale al Real Madrid y Ozil termina en el Arsenal. Arsene knows”. Esta frase, que significa Arsene sabe, se refiere a la confianza ciega de la directiva y el público en el técnico galés, quien a pesar de llevar una sequía de casi ocho años, sigue al frente de los gunners.

En su primera temporada el equipo terminó tercero y no pudo clasificarse para Champions, el Newcastle le quitó el cupo por diferencia de goles, pero al año siguiente ganaron la Premier y la FA Cup, segundo doblete de la historia. Después entraron en una época donde perder finales se hizo moda: la Copa de la UEFA ante el Galatasaray en el 2000 (tanda de penales) y la FA Cup del 2001 ante el Liverpool. Volvieron a ganar el doblete en la 2001-2002. La FA Cup se repitió en el 2003. En la temporada siguiente (2003-2004) los gunners hicieron la hazaña: ganar la Premier sin una sola derrota, lo cual les valió el sobrenombre de los invencibles; durante 49 encuentros no conocieron la derrota. Otra FA Cup cayó en el 2005. El último momento de gloria fue el subcampeonato de Champions, en Paris 2006.

Después de eso, el Arsenal no ha vuelto a levantar un trofeo. Algunas finales perdidas y, eso sí, su presencia cada año en Champions, son los únicos lauros obtenidos por Arsene Wenger en los últimos tiempos. ¿Por qué continúa la fe ciega en el galo? La respuesta no es sencilla.

El presupuesto del equipo londinense no se compara con el del Manchester United, Chelsea o Manchester City; de hecho, en los últimos años se ha caracterizado por servir de trampolín a grandes jugadores, justo como el Atlético de Madrid. Cesc Fábregas, Samir Nasri y Van Persie son los mejores ejemplos. Arsene tiene un ojo clínico para los jóvenes talentos, los desarrolla y luego viene alguien más poderoso a comprarlos. De esa manera es difícil no solo ganar, sino desarrollar un equipo con una base fuerte, pensando en competiciones futuras. El Arsenal vive el día a día y con todas las bajas sufridas cada año, sigue en la élite de Inglaterra.

Hoy, como muchas otras temporadas, parecen ser los favoritos. La entrada de Ozil, las explosiones de Ramsey y Wilshere, y la buena defensa con que ha iniciado el equipo, le ha permitido tomar la primera posición de la tabla y están casi clasificados para la muerte súbita de Champions. La pregunta es ¿tienen una plantilla amplia como para aguantar toda la temporada? Al parecer sí, pero esos mismos jugadores han estado ahí en otras ocasiones y no han funcionado bien como sustitutos o titulares.

Quizás la clave esté en algún refuerzo para la delantera en el mercado de invierno. Los encargados de marcar en el Arsenal no han estado muy finos y otros jugadores han asumido este rol. Si no cae un buen goleador para enero o despiertan los puntas de los gunners, todo lo logrado hasta ahora puede terminar, una vez más, en nada.

Pero Wenger ha dejado claro que los ciclos no tienen por qué ser tan cerrados como muchos afirman. En esta sequía de ocho años, el conjunto londinense se ha mantenido siempre entre los cuatro primeros con un equipo fluctuante, y casi siempre ha clasificado a octavos de final en Champions. En su caso, al menos, los ciclos han terminado cuando no queda dinero para comprar, porque cuando puedes armar un equipo a tu antojo sin preocuparte de posibles pérdidas en el mercado, todo va bien. Cuando armas un bloque sólido mezclando juventud y talento con experiencia y calidad, los resultados llegan solo; pero si a medio camino te quitan una de las dos… los planes se frustran al estilo Arsene.