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martes, 26 de noviembre de 2024

Habbibi

Del día mundial de la lengua árabe, sustos de entrada al mundo adulto y mi primer romance de universidad…

Mileyda Menéndez Dávila
en Exclusivo 19/12/2023
2 comentarios
Diccionario árabe
Habbibi me encantó, y aún hoy me enternece cuando la escucho o leo en mi otra familia profesional, la de la red panárabe Al Mayadeen. (Jorge Sánchez Armas / Cubahora)

Shukram, habbibi”, escucho en la tele de pasada, y mi corazón da un vuelco de casi cuatro décadas. Dos palabras y me veo en los pasillos del ISCAH, a inicios de mi carrera universitaria, corriendo a esconderme de la lluvia con Hassam, mi novio sirio de entonces.

Aquella fue una relación corta, pero de serias consecuencias. La primera de ellas, un no procurado embarazo (humil, raíz de humillante) que terminó en un salón quirúrgico con el apoyo (más bien presión sicológica) de mi progenitora, aterrorizada porque se me ocurriera torcer el camino y convertirme en prematura alzawjat wal'umu (esposa y madre) en vez de ingeniera potencial.

Luego de ese desafortunado hecho (que oculté al joven, por supuesto, y a todos en el aula) mi capacidad reproductiva se vio afectada, y puedo decir que el Davo fue un milagroso hadiat (regalo), tras cinco años de intentos frustrados y dos muy llorados abortos espontáneos.

La segunda consecuencia, esta sí positiva, es que mi madre me abrió los ojos a lo muy diferente que es el mundo para las mujeres de cada nación y continente, y sobre todo a cuántos privilegios conquistamos en Cuba, a pesar de estar lejos del ideal de equidad que me gusta fomentar.

Mis primeros latidos realmente feministas entraron por ahí, y debo admitir que los inoculó con sabiduría, sin oponerse de plano, como en noviazgos anteriores, porque yo acababa de cumplir 18 años y era muy consciente de mi emancipación legal, aunque siguiera pegada a su falda emocional y su bolsillo.  

Todavía me erizo de recordar las historias de ablación de clítoris, apedreamiento de adúlteras e inmolación de viudas, prácticas que creía sólo posibles en los libros de historia y eran corrientes en la ciudad de donde procedía mi habib.

La tercera (por donde debí empezar, en buena lid) es que con Hassan y otros sirios de mi universidad me enamoré de ese idioma y buena parte de su cultura. Incluso aprendí algunas frases y llegué a distinguir diferencias lingüísticas entre muchachos de diversas nacionalidades, que lograban hablar entre sí en un árabe básico, como nos entendemos nosotros con otros latinos, a pesar de sonar distinto al oído foráneo.

Shukram quiere decir gracias, y fue la primera palabra que interioricé de modo casi automático, porque eran muy corteses y la usaban bastante, incluso como ironía, hábito que adopté.

Habbibi me encantó, y aún hoy me enternece cuando la escucho o leo en mi otra familia profesional, la de la red panárabe Al Mayadeen (los campos), dueña de mis vigilias trasnochadas desde hace algunos meses, y sobre los dos últimos, con el tristísimo privilegio de cubrir en la distancia la peor guerra genocida de la historia moderna.

Habbibi es la forma coloquial de decirte “querida, “mi cielo”, “mi amor”… y se usa en pareja, pero también con parientes y otras personas que han sido afectuosas contigo. En las redes ponen “hbb” y sigue siendo hermoso para mí.

Creo que aún no lo digo: el 18 de diciembre es el día mundial de la lengua árabe, una de las más habladas del mundo porque la usan a diario más de 400 millones de personas. Se celebra desde 2012 de manera oficial, aunque muchos lo hacían antes.

Cuando lo supe, hace unos tres o cuatro años, quise rescatar mi acercamiento a su lectura y pronunciación (internet mediante), pero la vida nos va llevando aprisa y ya no es tan fácil sumar estudios divergentes, como una década atrás.

“No te preocupes, que el español tiene más de cuatro mil vocablos que vienen de mi idioma”, me dijo un colega sirio cuando le confesé mi frustración, y allá fue mi cerebrito monotemático a buscar cuáles de ellas podía asociar al sexo, en su más plena intención, ya ustedes saben.

Así encontré (además de la obvia almohada, en la que pensaron todos) muchas muy comunes, como diván, bata, baño, aceite, daga, hazaña, rincón, rubia, azúcar, alcohol, alfombra, alquiler, guitarra, ojalá, cifra, achaque…

También fulano (y mengana), halagos, alhaja, azar, tarea, máscara, azotea, azote… y ¡vamos!, que si leyendo todos esos arabismos no se les ocurrió un chisme (esta también) bien jugoso para vacilar el día, tienen la imaginación más perdida que un alacrán en una zanja sin agua, ¡y ahí fueron tres más, por si les ayuda!


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Mileyda Menéndez Dávila

Fiel defensora del sexo con sentido...

Se han publicado 2 comentarios


Nor1
 26/12/23 3:42

Me recuerda el chiste de la mujer que se casa con un árabe y la madre le recomienda; hija, ten cuidado que estos arabes son unos pervertidos, si te dice; virate, no lo hagas. Como al año de casados el árabe le dice a la muchacha; virate, y ella le responde; no, mi mamá me advirtió de sus perversiones! a lo que el hombre le ripostó; ¿pero es que no quieres tener hijos?... Bueno, ya en serio, hay tantas palabras en el español que vienen del árabe (junto con los números) por los siglos que estuvo la peninsula ibérica dominada por aquellos. Y que mas decir? esa etapa de la vida que cuentas está colmadas de esas experiencias del paso de la adolescencia a la madurez, Todos tenemos historias muy parecidas.

sachiel
 20/12/23 14:22

ja, Mileidita, tuve ocasión de verlo y oirlo recién, en un pais árabe hermano, donde estuvimos por casi dos semanas... aunque sus costumbres no son muy "democraticas" respecto al tema, y se sigue exigiendo el velo y las mujeres deben vestirse con casi dos toneladas de tela, evitando mostrar cosas y cositas, fue una buena experiencia. Saludos al Jorge y a este colectivazo.

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