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martes, 18 de marzo de 2025

Busca tu cuerda

La vida trae cambios, o no es vida...

Mileyda Menéndez Dávila
en Exclusivo 18/03/2025
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Busca tu cuerda
No importan las dificultades, si eres fiel a tu esencia (Jorge Sánchez Armas / Cubahora)

"La vida da muchas vueltas", escribe una joven en uno de los tantos grupos de wasa que escaneo en las mañanas. Según cuenta, en septiembre andaba soñando con reunificarse con su familia en Boston y ahora anda corriendo para crearles condiciones en su casa de Las Tunas a esas mismas personas que prometieron recibirla allende el mar.

“Así, de un plumazo, un tipo prepotente cambió la vida de millones”, escribió con amargada sorpresa. ¿Acaso esa muchacha no estudió La Ilíada, Los Miserables, Por quién doblan las campanas y un montón de otros monumentos literarios dedicados a desgranar la historia de la cíclica necedad humana?
En esos seis meses con los que ahora cogió cuerda porque no avanzaron según sus expectativas, vivimos a nivel macro unas cuantas “novedades” de alto efecto, todas anunciadas o calculadas por quienes usan la cabeza para algo más que cargar ilusiones: desde cambios políticos trascendentales hasta un eclipse total lunar; desde la muerte accidental de seres admirables hasta nacimientos que parecían imposibles; sin contar ciclones, tornados, guerras, descubrimientos, un récord Guinness de meditación mundial…

Y en la vida de cada una de los siete mil millones de personas que compartimos esta frágil esfera, ¿cuánto no pasó en poco más de 180 días, para bien o para mal, y cuánto no pudo evitarse o intencionarse con un poco de sentido común?

Una amiga me cuenta que se jubiló, y al mes ya no cabía en su casa, así que andaba buscando un nuevo empleo, o un curso de algo intersante para no agobiarse entre cuatro paredes (y claro, le recomendé El Arte de Vivir).

Un lector descubrió que su esposa tiene una relación paralela hace 23 años y ahora no sabe si el adolescente que crió con tanto amor y sacrificio es su hijo biológico, pero por nada del mundo renunciaría a esa paternidad, y por eso me escribe, para conocer sus derechos. A estas alturas, confiesa, tampoco renuncia a su mujer, aunque la familia no lo entienda.

Otra persona me contactó por teléfono porque acababan de diagnosticarle una enfermedad terminal y su plan era dejar todo lo que cargaba en sus hombros y correr a los brazos de quien le amó de siempre y le espera para hacerle tolerable esta despedida. “¿Le parece muy disparatado, profe?”, indagó. Le recomendé el libro de poesía Invocación por el paria, de mi amigo-hermano-mentor Péglez, protagonista de una historia similar, y confío en que haya seguido a su corazón.

En mi propia dinámica personal, ¿cuántas cosas no cambiaron en esta media vuelta al Sol? Para empezar, dejé un empleo muy absorbente y retomé proyectos que me daban más ilusión, y dentro de la casa ya me mudé otras tres veces (lo cual no es mérito, dice Jojo, porque mi ADN de nómada no me dejar poner el huevo en el mismo nido por mucho tiempo).

Si además contara los lugares donde abrí mi lapto cada una de esas veintitantas semanas sólo para escribir estas crónicas, no tendría para cuando acabar…

Lo único que no cambia en mi vida desde hace más de un año (como me hace ver la amiga-loquera Mirebel), es lo pegado que tengo el rol de cuidadora: mi papá moribundo, mi madre con una fractura por trepar techos, la tía de Jorge con su pata mocha y ahora Enzo, el perrijo adoptivo de mi nuerita, que es un buenazo total y un manipulador de corazones cuando me ve con un plato en la mano. Con él pasaré toda la cuaresma, y miren si la paz de este rinconcito es mágica, que ni cuenta me di del SEN desconectado hasta casi 20 horas después…

Y eso de cuidar de otros, ¿es tan malo como lo pintan? Yo diría que no… De hecho, puede ser divertido y saludable si tomas conciencia de tus propias necesidades y ajustas tu mundo al paso inexorable del tiempo, sin perder tu alegría y creatividad, con tal de seguir dando cuerda a la autonomía.

Si te contemplas sólo como un ser biológico condenado a nvejecer y morir, cuidar o ser cuidado se pudiera convertir en fastidio… pero somos entes sociales, con historia y memoria, con recursos e imaginación, con herramientas y una capacidad infinita de cocrear el mundo desde el prisma de nuestras emociones.

Eso lo llaman resiliencia… Para mí es vivir, y servir es un modo hermoso de lograrlo, porque te aporta coherencia y regocijo y te cambia la perspectiva en segundos: no necesitarás seis meses para entender al mundo como una cimbrante cuerda floja, y si no quieres caerte de ella, lo primero que necesitas equilibrar es tu sonrisa.  


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Mileyda Menéndez Dávila

Fiel defensora del sexo con sentido...


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