Primera mirada: Habana de 1568, La Meca del Relajo
El comercio se efectúa por vías “irregulares”, y las autoridades ofrecen trescientos azotes a quienes ejerzan actividades mercantiles ilícitas.
Mientras, el vecino Alonso de Rojas, sin que el sonrojo se le suba a las mejillas, solicita desfachatadamente una singular merced: que le entreguen el “pedazo de mar” que está frente a sus propiedades. Lo increíble consiste en que el Cabildo accede, aduciendo que “ello no es en perjuicio del pueblo”.
En esos mismos instantes, las autoridades andan ocupadísimas, buscando a Juan Román. El susodicho está a cargo de la custodia del dinero de los impuestos, y no se tienen noticias de esa plata, al parecer evaporada.
Segunda mirada: lloronas a sueldo
Historiadores y cronistas de toda la América, se refieren a la presencia de plañideras a lo largo del período colonial. Aquellas dolientes rentadas lloraban a moco tendido, y algunas, especialistas en escenificar tremendos ataques histéricos, recibían altísimos honorarios.
Aquí, en Cuba, el dolor mercenario adoptó singulares variantes. En 1840 está en la capital la Condesa de Merlín, bella cubana que ha triunfado en los salones de Madrid y París. Y la aristócrata habanera nos deja un acucioso testimonio de lo observado en su país natal. Así, entre otras costumbres, mucho llama su atención el hecho de que las familias pudientes se presten los esclavos para los entierros, de manera que el cortejo fúnebre resulte muy concurrido.
Tercera mirada: Cuba en 1948
Sí, montados en la wellesiana máquina del tiempo, hasta ese año nos vamos en esta tercera postal.
Por entonces, la gente tararea lo de “La realidad es nacer y morir”, y de España nos acaba de llegar la célebre pieza “Madrid”. Sí, aquello de “Cuando vayas a Madrid, chulona mía…”.
En ese año de mil novecientos cuarenta y ocho Raúl Cerero Bonilla publica un clásico, Azúcar y abolición, mientras que cierto desconocido, apellidado Gutiérrez Alea, filma una película de aficionado, titulada “Una confusión cotidiana”. Mientras, las pantallas estrenan “El tesoro de la Sierra Madre”.
Y dos hechos macabros cargan el ambiente nacional: el asesinato de Jesús Menéndez, en Manzanillo, y la masacre del habanero reparto Orfila.
Tide
17/5/15 9:51
Aquel inolvidable y todavía vivo bolero del que uno de sus versos nos decía: “La realidad es nacer y morir”, nos llegó de Nueva York, a donde había viajado su autor, el destacado y recordado músico cubano Arsenio Rodríguez. Y el chotis Madrid, con perdón de su demostrada y reconocida sapiensa, no nos llegó de Madrid, sino de México, donde vivía su autor, Agustín Lara. La tal pieza musical que fuera tan popular en su momento, se la había dedicado a uno de “los amores de su vida”, la actriz mexicana de la Era de Oro del cine mexicano, Doña María Félix.
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