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sábado, 23 de noviembre de 2024

El rey de los campos de Cuba

Con este personaje el bandolerismo alcanzó entre nosotros dimensiones de leyenda ...

Argelio Roberto Santiesteban Pupo
en Exclusivo 01/04/2017
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El rey
Así vio al rey el pintor Carlos Enríquez

Pudo llamarse Robin Hood o Jesse James, Jesuíno Brilhante o Cartouche. Fra Diábolo o El Tempranillo. Lo cierto es que en el folklore de cada nación aparece el fenómeno del bandolerismo. Tan atrás se remonta el asunto que, para algunos historiadores, Procusto y el archiconocido Caco no fueron más que renombrados bandoleros del mundo antiguo.

El esquema se repite de pueblo a pueblo: como atestiguan los folklorólogos de todas las latitudes, la leyenda popular del bandolero “noble” constituye una constante. Protector de viudas y huérfanos, desfacedor de entuertos que despoja a los pudientes en beneficio de los menesterosos; es el hombre bueno que, obligado por la sociedad, las circunstancias y la miseria, se ve compelido a convertirse en un fuera de la ley.

María de las Mercedes Santa Cruz, la habanera Condesa de Merlín, dejó constancia, en 1844, de la presencia del fenómeno en Cuba. Su descripción cuadra perfectamente con el mencionado esquema del bandolero “noble”: “El que mata a otro huye al interior de la Isla, se le persigue y se pone precio a su cabeza. Abandonado como enemigo de la especie humana, obligado a temer y a defenderse, se hace ladrón para proveer su existencia, y asesino para conservarla. Pero en medio de esta degradación suelen conservar los más de ellos cierto espíritu aventurero y caballeresco que no está desprovisto de generosidad”.

En la nómina de los bandoleros cubanos hallamos a Victoriano Machín y Ulloa, célebre por su sensacional evasión del Castillo del Príncipe. Recapturado, se casó con su concubina Simeona, antes de sufrir pena de garrote en 1888.

José Moreno y Suárez, compañero de Machín, era padre de 27 hijos. Fue tal su popularidad que las atemorizadas autoridades españolas para trasladarlo a Guanajay, lugar de la ejecución, prepararon un tren con una custodia de 200 soldados. Desde el patíbulo gritó: “Se acabó esto. ¡Adiós, caballeros!”.

Se asegura de Cristóbal Fernández Delgado, bandolero de Jovellanos, que, como María Antonieta, encaneció totalmente durante la noche anterior al ajusticiamiento.

Mas, cuando el bandolerismo alcanzó entre nosotros dimensiones de leyenda fue con Manuel García, el “Rey de los Campos de Cuba”, quien ha sido considerado como “la figura más firme y popular de nuestro folklore”.

Baste decir que cuando aún estaba en vida se cantaba un danzón con su nombre. Después de enterrado inspiraría una película silente, otra sonora, comics, episodios radiales que se extendían por años y polémicas periodísticas que cada cierto tiempo acaparaban la atención de los lectores.

Personaje controvertido, para unos fue corajudo patriota; para otros, vulgar bandido. Lo cierto es que resultó muerto a traición, de un tiro de revólver por la espalda, el mismísimo 24 de febrero de 1895, cuando presumiblemente se disponía a secundar el alzamiento.

Que diluciden la verdad del Robin Hood cubano otros colegas con más seso y paciencia, pues a este humilde gacetillero no le alcanza el aliento para tanto.


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Argelio Roberto Santiesteban Pupo

Escritor, periodista y profesor. Recibió el Premio Nacional de la Crítica en 1983 con su libro El habla popular cubana de hoy (una tonga de cubichismos que le oí a mi pueblo).


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