Cuando transcurre1858, a un rico comerciante neoyorquino le nace un pequeñuelo asmático. Nadie sospecha que el recién llegado va a ser el vigesimosexto presidente de los Estados Unidos, ni que antes de arribar a la edad de la cincuentena recibirá el Premio Nobel de la Paz.
Pasó el tiempo para el chiquillo y, quizás como un anticipo, su primera actuación pública va a ser como jefe de la policía de Nueva York. Después, se desempeñará como gobernador de tal estado.
Pero a su ambición tal labor le resulta estrecha. Y en 1897 lo hallamos como secretario adjunto de Marina, posición desde la cual va a organizar la flota de guerra que mucho tendría que ver con los destinos patrios cubanos.
CIERTA OLEADA DE SALVAJES INVADIÓ A CUBA
Claro está: yo venía hablando del político norteamericano Teddy Roosevelt.
Cuando se enfrentan Estados Unidos y España, Roosevelt, quien era amigo de William Randolph Hearst, magnate de la prensa que instrumentó la guerra con los ibéricos… entonces, Roosevelt ve su oportunidad.
Crea los llamados Rough Riders, un regimiento de caballería nutrido por la hez de la sociedad norteamericana: ladrones, jugadores, militares asesinos de indios, vaqueros salvajes del Oeste y buscadores de oro, borrachos violentos todos. El término Rough Riders se lo plagió a Buffalo Bill.
Riders se traduce como “jinete”, pero rough puede ser áspero, tosco, peludo, erizado, duro, bruto, desapacible o tosco.
Como todo eso se condujeron cuando llegaron al sudoriente cubano.
UN CHICO BUENO PREMIADO
Con su vedettismo en la guerra de Cuba, Roosevelt obtiene dos consecutivos mandatos presidenciales.
Intentemos, en pocas líneas, resumir su trayectoria.
Él formuló su política al declarar: “Hay que hablar suavemente, a la vez que se sostiene un gran garrote”.
Implantó leyes xenófobas contra las inmigraciones china y japonesa.
Se inmiscuyó en Centroamérica, para asegurar el control del canal panameño a perpetuidad, pagando, por una vía mundial, la ridiculez de un cuarto de millón de dólares anuales.
Estableció en Cuba la aún hoy repudiada base naval de Guantánamo, y aprobó la intervención –la segunda-- en nuestro país, como lo había hecho antes en República Dominicana.
Y, sin sonrojos, declaró que debía ejercerse un “poder policial” sobre Latinoamérica.
UNA BURLA A TODO EL PLANETA
El creador de la política del gran garrote, Teddy Roosevelt, increíblemente recibió en 1906 el Premio Nobel de la Paz.
Mas no sería ésa la única mojiganga que infligiría ese galardón al género humano.
También iba a recibir esa medalla, por ejemplo, el político británico Chamberlain, un ricacho que se retiró a los treinta y ocho años para dedicar su vida a la defensa de un imperio que ya venía de capa caída, y cuyos manejos tuvieron mucho que ver con que se desatara la Guerra Bóer.
Pero no concluyen ahí los pecadillos del Premio que recuerda al inventor de la dinamita. No, ni de lejos. También fue galardonado nada menos que Henry Alfred Kissinger.
Sí, el diseñador del Plan Cóndor, por el cual hoy todavía se buscan osamentas de desaparecidos.
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