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sábado, 23 de noviembre de 2024

Cuando a un mostachoso lo llevaron al sepulcro

Simpático episodio en la fraseología popular...

Argelio Roberto Santiesteban Pupo
en Exclusivo 13/05/2017
1 comentarios
Mostacho
El Mostacho.

No caben dudas: nosotros los cubanos hemos acuñado frases absolutamente para todo. Sí, para lo humano y para lo divino.

Si alguien atraviesa por una situación peligrosa, está “en el pico del aura” o “al borde de la piragua”. Cuando hay “peste a guapo” en el aire, y pueden comenzar a llover pescozones, eso “va a terminar como la fiesta de El Guatao. “Tiene la chispa atrasáˈ” el lento, el tardo, el calmoso. “Quema petróleo” quien gusta de la piel prieta en materia de amoríos. “Está fundí´o” el que ha enloquecido.

El béisbol, pasión nacional, contribuyó generosamente a nuestra fraseología. “Está en tres y dos” quien encara un lance decisivo. Si a alguien su cónyuge lo sorprende en culpables trajines extramaritales, “lo cogieron fuera de base”. Diagnostican como “ao (out) por regla” al seguramente atrapado. Se dice que es “al duro y sin guante” lo especialmente riguroso. “Cambio de bola” designa a cualquier variación en las órdenes iniciales, mientras que, cuando un hecho se vuelve espinoso, afirmamos que “se complicó el inin (inning)”.

Muchas de nuestras frases responden a una evidencia transparente. Claro, “tirarle piedras al Morro” consiste en ejecutar una empresa de iluso, como sería pretender dañar los muros de la fortaleza colosal lanzándole seboruquitos. Pero otras frases nos destinan, durante décadas, a rascarnos la cabeza, en busca de su lógica. Por ejemplo, ¿alguien me puede decir por qué nosotros, los que de vez en cuando nos echamos un ronazo entre pecho y espalda, “le chupamos el rabo a la jutía”? (Eso es más surrealismo que el de los franceses. André Breton debería haber pasado un cursillo entre nosotros, antes de escribir sus Manifiestos, para saber qué es, de verdad, surrealismo).

Desde hace no sé cuántos años, mi hermano Emilito Comas Paret y yo andábamos devanándonos la sesera en torno a una frase. Es aquella de: llovió “más que el día en que enterraron a Bigote”. ¿Quién fue ese ser de copioso mostacho, inhumado en ocasión pluviosa?

Y empezaron a llover las hipótesis. Algunos identificaron al escurridizo personaje con Bigote ´e Gato, Manuel Pérez Rodríguez, el asturiano aplatanado que formó parte de la bohemia habanera, “gran sujeto que vive allá por el Luyanó”, ante el cual se pusieron de acuerdo para cantarle —como compositor, intérprete y orquesta, respectivamente— el cienfueguero Jesús Guerra, el borinqueño Daniel Santos y la Sonora Matancera.

Pero la conjetura se cayó por sus propios pies, pues la frase ya circulaba entre nosotros antes de que naciese el chivador ibérico. Y el asunto quedó en stand-by, como dicen los radioaficionados.

Pero —ah, maravilla— la otra madrugada, anda uno como un murciélago escombrando, cual un arqueólogo, entre papeles amarillentos, quebradizos y llenos de polilla. Y saltó, inesperada, la liebre. Sí, ahí estaba toda la evidencia. Fermín Botino —apodado Bigote— era dueño de una joyería, ubicada en la viejohabanera calle Egido, frente al antiguo Convento de las Ursulinas. Murió el 18 de julio de 1890 y fue enterrado en la Necrópolis de Colón bajo un aguacero torrencial que duró desde el mediodía hasta las cuatro de la tarde.

Pero, ¿me preguntaban ustedes, lindas comadres, muy estimados compadres, de dónde desenterré el dato? Pues lo averiguó Miguel de Marcos (La Habana, 1894-Id., 1954), brillantísimo periodista parlamentario, narrador y una de las cúspides del humorismo cubano.

Felicitémonos, coterráneos, que nos hayan antecedido personajes como De Marcos. Sí, porque gracias a ellos podemos saber de los recovecos del ayer patrio y en torno a los vericuetos de nuestra dulce habla popular.


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Argelio Roberto Santiesteban Pupo

Escritor, periodista y profesor. Recibió el Premio Nacional de la Crítica en 1983 con su libro El habla popular cubana de hoy (una tonga de cubichismos que le oí a mi pueblo).

Se han publicado 1 comentarios


Javier Nd
 13/5/17 7:34

Es por ello que no sabe el enemigo del pueblo como nos puede joder, pues nuncasaben si estamos de mal humor o si nos gusta lo que nos pasa en la vida cotidiana, no por gusto dicen que los cubanos se rien hasta de sus propias desgracias, muy bueno e interesante este articulo y muy a lo cubano 

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