Existen, en el habla popular cubana, frases simplemente lapidarias, que se bastan por sí solas, capaces de reflejar vívidamente un estado del alma, un avatar del espíritu.
Una es aquélla de “¡Le zumba el merequetén!”, tan útil cuando uno se tropieza con un disparate mayúsculo.
A esa muy nuestra exclamación tuve que recurrir hace unos días, mientras hojeaba el Pequeño Larousse Ilustrado.
Hasta el momento, se estaba convencido de que la “guasasa” es una mosquilla inofensiva, que sólo llega a fastidiar un poco cuando vuela alrededor de uno. Ah, pero otra es la imagen que entrega el Larousse, y lo cito textualmente: “Guasasa: Mosca peligrosa de Cuba”.
O sea, si usted tiene las agallas suficientes como para adentrarse en nuestros campos, nunca se le ocurra incursionar solo y desarmado. Vaya en grupo, y con un fusil ametralladora de alta potencia. Sí, porque en un trillo o una guardarraya puede salirle al paso una guasasa, ferocísimo monstruo antillano, capaz de rebanarle un brazo, o de
decapitarlo inmisericordemente.
He aquí nuestro llamado de alarma: ¡Cuidado con las guasasas!. Sí, porque Don Miguel de Toro y Gisbert, quien redactó el mencionado “mataburros”, nos ha puesto en guardia en cuanto a su sangrienta peligrosidad. (Y ese señor… ¡se ha contado entre los miembros correspondientes de la Real Academia de la Lengua Española!).
En pocas palabras, hay que echar nuevamente mano de la cubanísima frase interjeccional: “¡Le zumba el merequetén!”.
Yarel Jorge
5/1/19 11:18
No me gustó el artículo. Quedé sin conocer de donde provino la frase en referencia. “¡Le zumba el merequetén!”.
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