I
Cuando decimos que alguien o algo tiene su “talón de Aquiles”, expresamos que padece de algún punto débil.
El guerrero griego Aquiles fue sumergido por la ninfa Tetis, su madre, en la Laguna Estigia, para hacerlo invulnerable. Pero, para efectuarlo, lo suspendió por el talón, que permaneció sin mojarse.
Por ahí precisamente, por el talón, su punto débil, lo hirió mortalmente Paris.
II
De quien, tras terribles incidentes, logra recuperarse, se dice que es “como el ave fénix”
En la mitología griega, el ave fénix era un animal legendario, que vivía en los desiertos de Arabia. Según la tradición, se consumía por acción del fuego cada quinientos años, y una nueva y joven ave surgía de sus cenizas.
Claro está, algunos compatriotas nuestros no utilizan esa frase. Son los que, ante alguien que puede recuperarse de los peores percances, exclaman: “¡Bicho malo nunca muere!”.
III
“Esperar por las calendas griegas” equivale a estar aguardando por algo que nunca va a llegar.
¿De dónde sale tal giro del idioma?
Ah, pues dígase que esas “calendas griegas” jamás existieron.
Enseguida me explico.
Se le daba el nombre de “calendas”, entre los romanos, al primer día de cada mes. Pero los griegos nunca tuvieron nada con ese nombre.
IV
Se dice que “ha quemado sus naves” quien toma una decisión extrema, de ésas que no dejan posibilidad de la marcha atrás.
Este giro idiomático se inspira en un hecho histórico.
Sí, cuando Hernán Cortés, temeroso de que su tropa se amilanase ante los indomexicanos, le dio fuego a los navíos, para que nadie pretendiese la retirada hacia Cuba.
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