Anda por Internet una selección de la chispeante habla acuñada por nuestros coterráneos.
De allí, voy a escoger unas cuantas joyitas:
El cubano no ignora a alguien: lo tira a mondongo; no piensa: mete moropo; no está delgado: es un güin, o un esqueleto rumbero; no es infiel: pega los tarros; no se enamora: coge tremendo metí`o; no es pícaro: es la candela; no discurre inteligentemente: es un filtro; no transita por la niñez: es fiñe; no es un experto, sino un bárbaro, un salvaje, una fiera, un animal ; no declara ser pobre: está en la fuácata; no enloquece: se le cruzan los cables, o le patina el coco; no es culto y lector, sino una polilla; no dice que alguien toca mal el piano: machaca las teclas; no forma una confusión: arma un arroz con mango; no aconseja “come despacio”: dice “¡respira, niño!”; no tiene una novia delgada: ella es un bacalao o un pestillo; no se queja de que algo se lo han hecho difícil: dice ¡me la pusiste en China! ; no te expresa que hiciste algo excepcional: grita ¡te la comiste! o ¡botaste la pelota!
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