Ahora viene una buena, del habla popular cubana.
Ante situaciones espinosas, problemáticas, cruciales, decimos que llegó la hora de los mameyes.
¿De dónde salió tan singular frase?
Bueno, podrá ser singular, pero no inexplicable. En 1762 los británicos emprenden la mayor expedición hasta ese momento vista. Surcan el Atlántico para golpear al poder español donde más puede dolerle: en San Cristóbal de La Habana, Llave del Nuevo Mundo, Antemural de Indias, Margarita de los Mares.
El asunto, como dice el pueblo, no fue jamón. Se combatió durante meses en defensa de la plaza habanera.
Y, como los militares ingleses de George III vestían casacas rojas, desde entonces cualquier situación apretada se define como la hora de los mameyes.
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