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domingo, 24 de noviembre de 2024

Anécdotas: el diablo estuvo en Cuba

Los espirituanos aseguran que hace más de siglo y medio el Enemigo Malo hizo su horrenda aparición allá, en su villa acunada en la cintura de Cuba...

Argelio Roberto Santiesteban Pupo
en Exclusivo 02/02/2013
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diablo
Satanás capitaneaba las legiones de ángeles caídos hacia “las tinieblas exteriores”

Sí, tal como lo oye. Y, para delinear más precisiones, el Maligno se hizo presente en Sancti Spíritus y allí formó un tremendo correcorre del cual resultaron fracturas de extremidades y cabezas descalabradas.

Claro está, usted podrá argüir que el Diablo no solo ha estado en Cuba, sino en todas las latitudes del planeta, en los 32 rumbos de la rosa náutica.

En efecto, no hay cultura que no haya temido a su diablo personificador del mal. A orillas del Nilo antiguo creían en la existencia de Set. Los asirios tuvieron su Arimán y los hindúes su Siva. En Grecia imaginaron a Hades, que en Roma llamarían Plutón, amo de los infiernos y señor de los muertos.

La versión occidental del Diablo vendría dada definitivamente en los textos sagrados de los hebreos, donde se describe a Satán, eterno rival de Jehová de los Ejércitos.

Con su prosa siempre galana, Don Fernando Ortiz nos entregó toda una iconografía del Enemigo Malo:

“Se presentaba como un ser monstruoso, animalesco, caprihumanoide como Pan, negro, con cuernos en la frente, pezuñas en sus patas de capro, alas de murciélago, orejas de asno, con barbas de chivo, ojos de mirada quemante, un gran rabo con punta flechada y un enorme falo, todo ello impregnado de pestífero azufre. Generalmente con tal figura se aparecía el demonio a los devotos en sus éxtasis, a los monjes y monjas en sus delirios visionarios, a los creyentes en sus alucinaciones…”.

Satanás capitaneaba las legiones de ángeles caídos hacia “las tinieblas exteriores”, y su tropa era numerosísima: Lucifer, Beleal, Luzbel, Pazuzú, Asmodeus… Tantos sumaban que en la Edad Media proliferaron tratados sobre la llamada demonología.

SATANÁS EN SANCTI SPÍRITUS

Cuenta Manuel Martínez Moles, en su deliciosa Contribución al Folklore, que cuando corría el Año de Gracia de 1859 hicieron acto de presencia en Sancti Spíritus dos predicadores, los sacerdotes Aviñón y Cuervo.

Era el padre Aviñón lo que se llama un pico de oro. Quienes lo escuchaban, en alguna de sus piezas de oratoria sagrada, quedaban como embobecidos por lo vívido de sus palabras.

Por su parte, el padre Cuervo, o no brilló nunca en el uso de la palabra, o ya sus ochenta y tantos años habían enfriado el ardor de sus sermones. Se distinguía Cuervo, sobre todo, por su definitiva, tremenda, incomparable fealdad. Dígase que el buen sacerdote era más feo… más feo que… bueno, ¡más feo que el mismísimo demonio!

Con esas premisas —las dotes oratorias de Aviñón y la fealdad de Cuervo— estaban sentadas las bases para que ocurriese lo que hasta hoy permite decir a los espirituanos, entre risas, que el Diablo estuvo en su villa en el siglo antepasado.

DESENLACE INESPERADO

Un día predicaba el padre Aviñón, y su sermón versaba sobre el Diablo:

—Pecadores de Sancti Spíritus, sin que lo sepáis, el Diablo os está royendo los zancajos.

La gente comenzó a intranquilizarse, sin saber que aquello era solo el comienzo. Y el padre Aviñón continuó con su filípica:

—Sí, pecadores espirituanos, ya sois presa segura del Diablo, porque os habéis ganado la condenación eterna en las llameantes calderas del infierno.

A los presentes, ante tan tremebunda amenaza, comenzó a perlárseles la frente con frío sudor. Pero el padre Aviñón continuó aterrorizándolos:

—Os vais a consumir en el fuego eterno, en el aceite hirviente de Satanás. Entonces será el lloro y el crujir de dientes. Y el martirio infernal es, sabedlo, ovejas sin redil y sin pastor, el martirio infernal es, os repito, ¡para siempre! Y solo falta que el Diablo venga a buscaros para que sufráis la condena merecida.

Ya, entre la feligresía, se observaba que los más impresionables habían comenzado a temblar. Entonces el padre Aviñón, para dar más énfasis a su sermón, profirió:

—Sí, solo falta que el Diablo venga a buscaros. ¡Miradlo ahí!

Lo que no había previsto el orador era que, al pronunciar “¡Miradlo ahí!”, acertó a salir de la sacristía la figura endemoniadamente fea del padre Cuervo.

Está de más decir que todos los presentes se lanzaron hacia la puerta en una estampida que los hizo darse con los carcañales en la nuca y provocó muchísimos huesos rotos.

Mientras el padre Cuervo reía como un bendito por el espanto que había causado en la feligresía, Aviñón bajó del público, entre colérico y abochornado, renegando de lo que llamaba “sambequería” de la gente, y jurando que jamás volvería a predicar allí.

Y, desde entonces, los espirituanos aseguran que hace más de siglo y medio el Enemigo Malo hizo su horrenda aparición allá, en su villa acunada en la cintura de Cuba.


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Argelio Roberto Santiesteban Pupo

Escritor, periodista y profesor. Recibió el Premio Nacional de la Crítica en 1983 con su libro El habla popular cubana de hoy (una tonga de cubichismos que le oí a mi pueblo).


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