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sábado, 23 de noviembre de 2024

Tres postales de Cuba (XX)

Una guarnición disciplinadita, el alcalde que bendijo el secuestro de su mujer y una dama cuya moralidad no era dudosa...

Argelio Roberto Santiesteban Pupo
en Exclusivo 21/11/2015
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PRIMER VISTAZO: LOS PIRATAS SON PREFERIBLES

Allá por los años 1500, los vecinos de San Cristóbal de La Habana opinaban que era mejor vivir a merced de piratas que soportar a la desmandada guarnición de la Real Fuerza.

Aquello no era una tropa, sino una horda. Lo prueban las ordenanzas que se vio obligado a aplicar el alcaide del castillo.

Decían así: “El soldado que echare mano a la espada contra otro, será ahorcado por ello. El que blasfemare de los santos, irá al cepo por treinta días. Con el ladrón, bastará el tiempo de hacer la horca para ponerlo en ella. Los soldados no se podrán jugar la ropa a los naipes”.

Y, por último, se envía quince días al cepo al que públicamente satisfaga ciertas necesidades fisiológicas por encima de los muros de la fortaleza.

SEGUNDO VISTAZO: DONDE SE CUENTA CÓMO UN ALCALDE PRETENDIÓ DESHACERSE DE UN FARDO  

Cuando transcurre 1679, en el paraje principeño conocido como La Matanza se encuentran emboscados doscientos cincuenta piratas franceses.

Se establece un sangriento combate, en el cual perecen cincuenta contendientes de cada bando.

En el transcurso de los hechos ha sido apresada como rehén la esposa del alcalde José Agüero.

Y yo me pregunto: ¿era la doña un poco peleona, insoportable y malgeniosilla?

No lo dicen los viejos cronicones que consultamos. Pero lo cierto es que cuando los piratas propusieron negociaciones en cuanto a la cautiva, el alcalde Agüero respondió que él no iba a capitular ignominiosamente ante forajidos, y que si ése era su gusto… ¡que se la llevaran!

TERCER VISTAZO: AQUÍ NO HAY DUDAS

En la Perla del Sur, a cierta familia aristocrática le nació un bala perdida, un calavera, un trueno, un bola `e humo.

Cierta noche el susodicho, tras recorrer todos los burdeles de Cienfuegos, se presentó en el exclusivista Club Náutico.

Iba borracho, y con una mujer de la mal llamada vida alegre, vestida de color rojo carro de incendio, y con un escote que le interesaba hasta el ombligo.

A él, socio pleno, no se le podía negar la entrada, pero el portero expresó de la acompañante: “Señor, esta dama no puede entrar. Es una mujer de dudosa moralidad”.

Entonces el aludido ripostó, con estropajosa voz de curdela: “¿Dudosa moralidad? Con ella no hay dudas, señor mío. De dudosa moralidad son todas las que están ahí adentro. ¡Ella es una…!”. Y pronunció la famosa palabra de cuatro letras.


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Argelio Roberto Santiesteban Pupo

Escritor, periodista y profesor. Recibió el Premio Nacional de la Crítica en 1983 con su libro El habla popular cubana de hoy (una tonga de cubichismos que le oí a mi pueblo).


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