viernes, 20 de septiembre de 2024

Tres miradas a Cuba (XVII)

Un gobernador cogido fuera de base, al monarca le dieron palpitaciones y un bobo que inventó a un boxeador imposible...

Argelio Roberto Santiesteban Pupo
en Exclusivo 12/09/2015
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PRIMER VISTAZO: EL GOBERNADOR QUE ESPERABA A UNA GALLINA Y SUS POLLITOS

Un día del año 1672, se presenta ante Santiago una amenazadora flota. Los vecinos acuden al gobernador, pero éste no les presta la más mínima atención y sólo ríe pícaramente, mientras habla de algo incomprensible, sobre “una gallina y sus pollitos”.

Los recién llegados, enemigos ingleses, desembarcan sin tropiezos y avanzan tranquilamente hacia la ciudad.

Mientras, el gobernador no toma medidas defensivas, y sigue hablando de “una gallina y sus pollitos”.

Finalmente los invasores se adueñan de la plaza. Luego se supo que el gobernador, contrabandista empedernido, confundió a la armada inglesa con naves que le iban a traer mercancías clandestinas de Jamaica, y que él llamaba “la gallina y sus pollitos”.

SEGUNDO VISTAZO: A CARLOS III LE DIO UN PATATÚS

La rendición de las alturas de La Cabaña resultó decisiva en la toma de La Habana por los ingleses, quienes desde allí acribillaron a la plaza a su gusto, con veinte mil bombas de artillería. Más tarde, España “puso cerrojo después de ser robada”, y construyó en el sitio el colosal fuerte de San Carlos de La Cabaña.

A pesar de que los aduladores lo bautizaron con su nombre, a Carlos III le dieron palpitaciones y calenturas cuando supo lo que había costado el fuerte.

El monarca tomó un catalejo y comenzó a otear el horizonte occidental.

“¿Qué hace Su Majestad”, pregunto un ministro asombrado. Y la regia respuesta fue de las que hacen historia: “Trato de ver el fuerte de La Cabaña. Si costó cuarenta millones supongo que se podrá ver desde cualquier punto del planeta”.

TERCER VISTAZO: UN MÍNIMO ERRORCITO

Todos los poblados han disfrutado siempre del privilegio de tener su bobo municipal, y los placeteños del siglo pasado no iban a ser menos que nadie.

Dicho esto, sépase que un día llegó al parque de la Villa de los Laureles el bobo del pueblo, y enseguida dijo: “Están poniendo una película de Kid Naranjo, un boxeador heavy weight”.

No faltaban en el lugar más de cuatro aficionados, ratones de página deportiva, de ésos que saben hasta cuál era el helado preferido de Jack Dempsey. Y empezaron a rascarse la cabeza, preguntándose quién demonios era ese Kid Naranjo, de los heavy weights. Pero el bobo no daba más explicaciones, por lo cual decidieron llegarse hasta el cine.

Y allí lo decía, clarito, en la cartelera: “Las nieves del Kilimanjaro”, de Hemingway.


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Argelio Roberto Santiesteban Pupo

Escritor, periodista y profesor. Recibió el Premio Nacional de la Crítica en 1983 con su libro El habla popular cubana de hoy (una tonga de cubichismos que le oí a mi pueblo).


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