viernes, 20 de septiembre de 2024

Tres miradas a Cuba (XLV)

Colón cargado de grillos… una Habana pestilente… y letras como para añorar...

Argelio Roberto Santiesteban Pupo
en Exclusivo 18/06/2016
0 comentarios

PRIMER VISTAZO: UN HECHO ESCANDALOSO EN TORNO A COLÓN

En mil 1498 parte Colón en su tercer viaje, que habría de tener desastroso final.

Con ocho navíos llega a la isla Trinidad, y en el Golfo de Paria declara que allí debe de haber estado el Paraíso Terrenal.

Cuando arriba a Santo Domingo lo encuentra en estado de rebelión. Llega el juez pesquisidor Francisco de Bobadilla, quien pone preso a Colón y lo envía a España cargado de cadenas.

Y aquí viene lo interesante. Siglos después, el pintor cubano Armando Menocal representó a Colón en tan triste situación. Y, créalo o no lo crea, en el cuadro hubo que borrarle al Almirante los grillos, por una ridícula protesta del gobierno español. O sea, en Madrid no respetaron ni la más indiscutible verdad histórica.

SEGUNDO VISTAZO: LA HABANA NO ERA PRECISAMENTE UN DULCE

Esta postal nos lleva hasta La Habana de 1819, que está creciendo en extramuros. Se crea la Plaza del Vapor y el obispo Espada fija su residencia y el obispado frente al Campo de Marte.

Pero no todo es color de rosa. Un viajero dejó estas tétricas palabras sobre la capital: “Al mar van a parar todas las inmundicias de las casas; allí se forman pantanos cuyas aguas verdosas parecen amenazar con la muerte a quien se aproxime a ellas; allí millares de puercos se revuelcan en un fango negruzco y pestilente. No obstante, se construyen bohíos en la orilla, dentro del mismo seno de estos aterradores antros de infección”.

Lo cierto es que por entonces las tropas españolas en Cuba están siendo diezmadas por la fiebre amarilla.

TERCER VISTAZO: CABALLEROS: ¡QUÉ ENVIDIA AQUELLAS LETRAS!   

Esta tercera y última postal nos lleva hasta un año más cercano a nosotros, el 1934, cuando dos tremendas entidades de nuestra música concretan una obra magna.

Por un lado, cierto obrero metalúrgico que forjaba anclas de trasatlántico: Benito Antonio Fernández Ortiz, o sea, Ñico Saquito.

Por el otro, quien había sido humilde chofer de un potentado: Miguel Matamoros. La conjunción de los modestos santiagueros tiene una finalidad que hará historia: grabar “Cuidadito, compay gallo”.

Sí, hace ochenta y dos años se dejó constancia de aquella pieza adornada de fina picardía.

Y hoy, inundados por el aluvión de letras soeces, estamos añorando aquella joya de la cultura cubana vestida de guaracha.


Compartir

Argelio Roberto Santiesteban Pupo

Escritor, periodista y profesor. Recibió el Premio Nacional de la Crítica en 1983 con su libro El habla popular cubana de hoy (una tonga de cubichismos que le oí a mi pueblo).


Deja tu comentario

Condición de protección de datos