viernes, 20 de septiembre de 2024

Tres miradas a Cuba (XII)

El dios de los blancos, un coronel valiente hasta la locura y Sindo comiendo gato en Banes...

Argelio Roberto Santiesteban Pupo
en Exclusivo 25/07/2015
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PRIMERA MIRADA: UN RARO DIOS

Ahí va la flotilla, cruzando el estrecho que después se llamará de los Vientos.

Al frente viaja el cacique Hatuey, quien, en una bolsa primitiva fabricada con los materiales que la palma le brindó, transporta desde Haití al dios que adoran los recién llegados que cabalgan en fabulosos animales de cuatro patas.

Cuando llegan, les explica a los taínos de este lado que los hombres llegados de donde sale el sol idolatran a un dios muy especial. Y les advierte: “¡Cuídense de ese dios! ¡Por él han sojuzgado a mi gente, por él han exterminado a los nuestros!”.

Y, desanudando su catauro de yagua, que enseguida vuelca, les muestra el dios de los blancos. Sobre el arrecife de Maisí han rodado unas cuantas pepitas de oro.

SEGUNDA MIRADA: EL RUSTÁN, UN PERSONAJE DE LEYENDA

José Policarpo Pineda,El Rustán, anda en boca de sus coterráneos guantanameros, como el héroe de una saga antigua, aun después de casi siglo y medio de muerto. 

Intrépido mambí, se le recuerda como el más bravo de los coroneles que dieron aquellas comarcas.

Un ejemplo, para ilustrar la valentía provocadora de aquel coloso. Cierta vez llegó El Rustán a un campamento donde se encontraban dos de los Maceo, hermanos de Antonio y de José. Para enfurecerlos, dijo El Rustán: “Se acerca una columna española. Quisiera saber si hay por ahí un par de hermanitos, que dicen que son guapos, para que me acompañen a atacar a los panchos, nosotros solos”.

Regresaron llenos de tiros y sablazos, tras hacerle muchos muertos y prisioneros al enemigo.

TERCERA MIRADA: SALIR NUEVAMENTE DE CACERÍA

Quizás entre la nutrida tropa de bohemios que fueron los viejos trovadores cubanos, ninguno ejerció ese estilo de vida con la intensidad y la consecuencia con que lo hizo Sindo Garay.

Se iba a recorrer Cuba, sin un centavo, pues ya habría amigos que lo alojasen y nutriesen.

Una vez visitaba Banes, y aceptó el convite de cenar en la casa de Don Carlos Linares, uno de los más conspicuos bromistas de la Villa de los Pinos.

Linares obsequia al invitado con un exquisito chilindrón, digno del más exigente gourmet.

Tras consumir un plato, Sindo le pregunta a Linares si habrá por ahí otro poco de esa maravilla.

Linares se rasca la cabeza y le dice al genial compositor: “Maestro… va a tener que esperar un poquito. Sí, a que cacemos otro gato…”.


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Argelio Roberto Santiesteban Pupo

Escritor, periodista y profesor. Recibió el Premio Nacional de la Crítica en 1983 con su libro El habla popular cubana de hoy (una tonga de cubichismos que le oí a mi pueblo).


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