viernes, 20 de septiembre de 2024

Tres miradas a Cuba XVIII

Una rara solución bayamesa… Cuando la cultura era perniciosa en Cienfuegos y la biblioteca mágica del Parque Trillo...

Argelio Roberto Santiesteban Pupo
en Exclusivo 03/10/2015
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PRIMER VISTAZO: EN BAYAMO “BOTABAN EL SOFÁ”

Allá por los años mil setecientos, llega a Bayamo Morell de Santa Cruz, el obispo de los pobres.

Custodian la villa dos sargentos, dos cabos, trece infantes y muchas compañías de milicianos. Pero el obispo advierte que no existe un alférez mayor. Cuando interroga al respecto recibe una respuesta kafkiana, mucho antes de que naciese el escritor checo.

Años atrás, quien ostentaba ese cargo había matado al gobernador local a estocadas. Como sobraban lomas en los contornos, el homicida tranquilamente huyó al monte. Su casa fue derribada y allí se plantó una horca simbólica.

¿Solución que le dio al asunto la burocracia colonial? Pues que no existiese más el cargo de alférez mayor. O sea, algo así como lo del cuento cubano de “botar el sofá”.

SEGUNDO VISTAZO: PROHIBIDOS LOS LUGARES PERNICIOSOS

En esta segunda postal nos vamos hasta la recién establecida Fernandina de Jagua, después Cienfuegos.

El fundador, Louis de Clouet, era todo un señor de horca y cuchillo, tan impopular que hasta resultó herido en un atentado.

Por otra parte, no era Clouet precisamente lo que se llama un amigo de la cultura. Así, alguna vez los vecinos opinaron que la villa necesitaba de un lugar de instrucción y recreo, donde los cienfuegueros ejercitasen las bellas artes. Con ese fin, un grupo de vecinos principales se acercaron al patriarca.

La respuesta de Clouet fue de las que hacen historia. Sin andarse con rodeos, les dijo a los emisarios que, mientras él viviera, no permitiría que allí se estableciesen sitios de vagancia y malas costumbres.

TERCER VISTAZO: EL MAGO DEL PARQUE TRILLO

A principios de los años mil novecientos cuarenta, era Antonio Beruff Mendieta el alcalde de San Cristóbal de La Habana.

Aspiraba Beruff a un escaño senatorial, pero no contaba para ello ni con un infeliz kilo prieto partido por la mitad. Para remediarlo, el alcalde logra que el ayuntamiento apruebe un presupuesto de setenta mil pesos, con el fin de edificar una biblioteca en el parque que se había construido por iniciativa del concejal Jesús María Trillo.

Ese fue su primer acto de magia: una biblioteca que solo existía en los libros de contabilidad del ayuntamiento.

Pronto Beruff volvió a quedarse insolvente. Entonces ejecutó su segundo y magistral acto de ilusionismo: hizo aprobar un crédito para demoler el edificio de una biblioteca que… ¡nunca había existido!

Precisamente en el Parque Trillo fue tomado prisionero el malhechor Pato Macho. Pero la gente siempre dijo que Beruff fue más bandolero que el buscado prófugo.


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Argelio Roberto Santiesteban Pupo

Escritor, periodista y profesor. Recibió el Premio Nacional de la Crítica en 1983 con su libro El habla popular cubana de hoy (una tonga de cubichismos que le oí a mi pueblo).


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