La reconquista

   Uno pensaba  --iluso--  que ya lo había visto todo en cuanto al asqueroso quehacer de emputecerse las personas.

   Pero no. Con 72 almanaques en las costillas, 56 de ellos en el aperreado oficio periodístico, todavía te está aguardando la agazapada sorpresa, el desconcierto total.

   Porque “a resulta a ser” –como decimos los guajiros--  que en el exilio cubano ha surgido un movimiento que procura…  ¡ver a Cuba como la decimoctava comunidad autónoma de España!

   (Bisneros excrementicios al fin, no dejan de proponer ciertos pulovitos, con su lema, a no sé cuántos faos).

   ¿No vale en nuestros corazones que se haya desplomado –como un dios homérico--  el mulato santiaguero en San Pedro?

   ¿Hemos de tirar a basura a un Homagno –él inventó la palabra, en “Yugo y estrella”--, quien con un revolvito niquelado cayó en la confluencia del Cauto y el Contramaestre?

   Perdónenme, bellas amigas, dilectos cofrades. ¡Es que uno tiene también el derecho de encabronarse! (Derecho refrendado por la Constitución).

   Tienen diseñada, para nosotros, hasta una bandera. (Juro por los sacrosantos huesos de mi padre que no estoy mintiendo).

   Esos cretino-canallas aún no han designado al presidente que capitaneará la para ellos inevitable Comunidad Autónoma.

   ¿Escogerán a un tataranieto de Weyler, asesino patológico que ya prediseñó los campos de exterminio?

   Quizás opten por algún nieto de Francisco Franco Bahamonde, hideputa –estoy hablando en el mejor español antiguo--, hideputa, les decía, entre cuyas incontables víctimas, además de todos los masones y comunistas que tuvo a su alcance, se cuenta el autor del Romancero gitano.

   Mientras trataba de organizar estas ideas alrededor del nauseabundo tema, se me ocurrió consultar con cierta personaja. Imagínense si será gran persona: fue jefa mía y yo no hablo mal de ella. (Solo daré algunas pistas: dirigió Trabajadores y Bohemia. En este último sitio creó el Equipo de Reportajes Especiales, elenco en el cual me precio de haber estado. Los íntimos le decimos La Maga).

   Bien. Cuando le pasé la información a La Maga, ella, quien tiene una inconmensurable capacidad para la indignación, me disparó: “Yeyo, además de ser inmundos… ¿qué cosa fuerte se fumaron?”).

   Pero por ahí andan, por esos mundos, repitiendo aquello de “la Madre Patria”. Y olvidan que existe también en el diccionario algo que dice: “la mala madre”.