En 1815 el gobierno español brinda vía libre a los hacendados habaneros para que, según les dé su irresponsable gana, derriben los bosques dentro de su propiedad. Han derrotado a la Marina Real, muy interesada en la madera para sus navíos. Finalmente, el cañaveral desalojó al bosque. Triste antecedente de agresión medioambiental.
Escribe el capitán británico John Maxwell Tylden: “...cada tienda tiene un cartel, diseñado con no muy buen gusto. Esto es algo propio de La Habana, porque no lo había visto antes en ninguna otra ciudad española”. La mirada del inglés no tiene nada de inocente, sino que hace pensar a todas luces en un espía: “La ciudad está amurallada, pero los muros están deteriorados, y parece que nadie se ocupa en repararlos. En la actualidad, una fuerza muy reducida podría tomar La Habana”. Y concluye: “La Isla de Cuba debería ser nuestra; si no, será de los americanos”.
Fernando VII acaba de regresar al trono y su cavernícola presencia también iba a sentirse en Cuba. Aquel ser “con cara de caballo y corazón de hiena” acabaría con el auge de publicaciones periódicas. El “rey felón” también decreta para sus dominios el retorno de la sangrienta Inquisición.
Se establece en La Habana, como comerciante, el argentino José Antonio Miralla, aventurero, poeta, polígloto, revolucionario. Iba a ser gran amigo del poeta Heredia, al cual enseñaría inglés.
Nace el matancero Pedro Guiteras y Font. Pedagogo, periodista, historiador, sufrió la prisión del coloniaje español.
Los francohaitianos —cuya presencia ha sido un acicate para el arte, la agricultura, la ciencia y la técnica— están construyendo una red de caminos en la Sierra Maestra para sacar su café hacia los mercados mundiales.
Triunfo del más majestuoso de los estandartes: la libertad. Surge el palenque El Frijol, en Moa. Se calcula que llegaron a habitarlo unos 300 negros y algunos blancos. El sargento Alonso Martínez y su tropa son derrotados por estos cimarrones. Los apalencados celebran su triunfo a golpe de tambor.
Pero los de El Frijol no son los únicos ansiosos de arrojar el yugo. Según José Luciano Franco, desde 1796, y solo en La Habana, se han capturado 15 000 esclavos fugitivos.
Miguel Tacón, quien después ejercería mando feroz en Cuba, es ascendido a mariscal de campo.
Nace José Güell Renté. Fue abogado y periodista de muy avanzado ideario, pero se le recuerda por haberse casado con la hermana de Francisco de Asís, esposo impotentísimo (no dije imponentísimo) de Isabel II. El romance tuvo su origen cuando el cubano le salvó la vida a la infanta, al desbocarse el caballo de Fernanda.
GÜINES YA TIENE AYUNTAMIENTO
Nace Mariana Grajales, madre de leones, a quien Martí calificó como “fuego inextinguible” y “raíz del alma”.
Recorrer la nómina de quienes la Metrópoli envió a mandar en Cuba es como transitar por una galería delincuencial. Véase el siguiente botón de muestra, que nos narra Alfredo Prieto: “En 1815 el Gobernador de La Habana se lo traspasó [Key West] legalmente a Juan Pablo Salas, militar destacado en San Agustín, Florida, y auténtico exponente de la picaresca española: lo vendió dos veces; la segunda, al hombre de negocios norteamericano John W. Simonton por el equivalente de 2000 pesos, arreglo que, según cuentan, ocurrió en un café habanero”.
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