Resulta raro encontrar hoy un documento elaborado en el llamado “mundo occidental” que deje de mencionar los “positivos” valores del Hemisferio en que se suscribe. A fuerza de repetir esas “mágicas” palabritas unidas o sea, Hemisferio Occidental, pareciera que todo está dicho y es algo muy fácil de entender. Si se hace una encuesta entre lectores, ciberlectores, radioyentes y televidentes del planeta estoy seguro de que prácticamente la mayoría aplastante coincidirá en cómo el término -aun siendo geográfico- tiene más bien una lectura político-económica e ideológica equivalente a algo así como porción del planeta donde se encuentran las naciones desarrolladas con orientación de economía de mercado y todo lo que esto conlleva e implica. Por supuesto en esa parte del mundo se encuentran Estados Unidos de América (en primerísima fila) y las tradicionales y poderosas naciones europeas aliadas. Este, precisamente éste, constituye el toque geográfico y político definitorio del mensaje generado en los medios masivos de comunicación internacionales para consumo mundial y prácticamente hay unanimidad en tal criterio si nos guiamos por enciclopedias y diccionarios.
Pero… bastará que comencemos a razonar y a utilizar la lógica... para encontrar fisuras y puntos débiles donde no hay argumentos y sí pura propaganda política.
Desmontemos la trampa.
En cualquier diccionario o enciclopedia el término hemisferio parte de la geometría y significa la mitad exacta de una esfera. Sobre tal base, nuestro planeta -una gigantesca esfera en el espacio- puede dividirse en cuatro hemisferios. Si la partición geográfica es por la denominada línea del Ecuador, tendremos los hemisferios norte y sur. No es lo que buscamos. Pero si la división de la esfera terrestre pasa por el meridiano cero, que se halla en la localidad británica de Greenwich -a la derecha del río Támesis y a 5 km del puente de Londres- entonces sí estaremos justo frente al hemisferio objeto de nuestra atención: el Occidental. Observe el mapa y comprobará que todas las tierras y océanos a la izquierda del meridiano cero estarán en el tan llevado, traído y poco explicado Hemisferio Occidental. Con toda lógica, a la derecha estaremos en el hemisferio opuesto, el Oriental. Mas, si usted se fija bien en ciertos detalles de ese mapa, comenzará a notar hechos sorprendentes, inesperados y contrarios a la definición política comúnmente asociada a Hemisferio Occidental. Salvo Portugal, una pequeña porción del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte y simples fragmentos territoriales de Francia y España... el resto de la Europa capitalista desarrollada, con todo y tener economía de mercado e instituciones políticas afines, se encuentra geográficamente y sin la menor duda...¡en el Hemisferio Oriental!. Entonces, desde el punto de vista de la más ortodoxa ciencia geográfica, París estará en el Hemisferio Oriental, tanto como la lejana y socialista Pekín. Y Berlín ídem, respecto a Hanoi. Por supuesto, nada denigrante hay en el hecho geográfico de que habitantes de la parte europea del continente llamado EURASIA coexistan humanamente con los del segmento asiático. El problema -para la gran prensa globalizada- es que esta realidad no coincide en lo más mínimo con los presupuestos políticos e ideológicos y aun económicos de los “valores” que tanto pregonan cuando se menciona al Hemisferio Occidental. ¿Acaso desconocen todo esto los creadores de tal término? Por supuesto que lo saben perfectamente. Como también el hecho de que, aun aceptando la partición del continente euroasiático, fue una simple manipulación política el dividir propagandísticamente a Europa en dos fragmentos: el occidental y el oriental. Ya hoy, esta última denominación va cayendo en desuso porque sólo era útil en tiempos de confrontación Este-Oeste.
Pero volvamos a Hemisferio Occidental.
¿No se han dado cuenta quienes utilizan el término, la contradicción evidente entre la realidad geográfica y la connotación política que quieren darles a esas dos palabras? ¿No les sería más prudente y hasta cómodo utilizar otro meridiano -que no el cero- para delimitar el Hemisferio Occidental e incluir entonces en él a todos los países occidentales aliados de Estados Unidos de América?. Eso sería lo ideal, en apariencia, para conciliar geografía y propaganda política. Pero sólo en apariencia.
Porque, de hacerlo, si se escogiera otro meridiano cualquiera, se dejarían fuera del Hemisferio Occidental a zonas continentales de Estados Unidos de América que entonces pasarían a formar parte del Hemisferio Oriental. Y esto sí resulta totalmente inadmisible a los defensores del “mundo occidental” y de su “hemisferio”. La Unión norteamericana es, al final de cuentas, el centro de la balanza, lo que interesa preservar en el Occidente a todo trance y por encima de cualquier realidad geográfica y aun a costa de sus propios aliados europeos. En definitiva, el motivo único para utilizar el meridiano cero y no otro es mantener a la totalidad de EE.UU. dentro del occidente hemisférico. ¡Aunque haya que compartir este Hemisferio Occidental, sin jamás mencionarlos, con naciones tan subdesarrolladas como Gambia, Liberia o Sierra Leona y nunca esclarecer que en aras del imperio norteño se dejan fuera naciones poderosas como Francia, Alemania o Italia! Es a partir de esta verdad disimulada, silenciada, que nace la necesidad de la trampa geográfica. Que no es más que el uso propagandístico del término Hemisferio Occidental, sin detallar jamás cuáles son sus límites geográficos ni quiénes quedan contradictoriamente fuera de él desde el punto de vista físico y político. Y mucho menos la razón última, el por qué.
Alexis López
3/9/14 16:17
Muy bueno e interesante su escrito, en lo personal me ayudó mucho a entender el tema y aclararme en tan grade trampa política.
Arístides Lima Castillo
4/4/13 6:34
Muy esclarecedor tu escrito de hoy. No hay dudas de quién fue el inventor de tal división, y muchos, donde me incluyo, hemos aceptado eso como cierto sin ponernos a pensar, lo digo por mí, de qué países estaban o no incluidos en el tal Hemisferio Occidental, ni cuáles podían ser sus reales límites geográficos. Gracias, amigo. Siempre tan certero en tus análisis.
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