El electrochoque, asimismo llamada como terapia electroconvulsiva (TEC), es un procedimiento médico que principalmente se emplea para el tratamiento de graves trastornos psiquiátricos, como el trastorno bipolar, la depresión mayor resistente al tratamiento y la esquizofrenia. Reside en la controlada aplicación de una corriente eléctrica al cerebro por medio de electrodos situados en el cuero cabelludo del enfermo.
Esta corriente induce a una breve y controlada convulsión, que se considera que tiene efectos beneficiosos al cambiar los patrones de actividad eléctrica en el cerebro. Si bien este medio ha avanzado y se ejecuta de modo más seguro y controlado, continúa trascurriendo como un controversial tratamiento debido a los potenciales efectos secundarios y a su frecuente empleo indiscriminado en tiempos pasados.
El electrochoque se efectúa bajo anestesia general y con la administración de un relajante muscular a fin de evitar traumatismos durante la convulsión inducida. La sesión dura por solamente unos escasos minutos, y se efectúa en un medio clínico bajo la vigilancia de un equipo facultativo especializado.
Aunque la TEC principalmente se relaciona con graves y resistentes trastornos psiquiátricos, en ciertos casos igualmente se emplea para el tratamiento de otras afecciones, como la catatonia o ciertas perturbaciones neurológicos, siempre que otros procedimientos no hayan sido efectivos.
Para que la terapia sea segura, se acostumbran efectuar sesiones múltiples, que pudieran variar entre 6 y 12 sesiones, según la respuesta del enfermo. No obstante, el electrochoque haya sido centro de debate debido a su empleo en pasadas décadas, cuando se utilizaba sin las actuales precauciones, recientes investigaciones han mostrado que, cuando se emplea adecuadamente y en adecuados contextos, pudiera ser una eficaz herramienta para tratar graves trastornos psiquiátricos. No obstante, tal como cualquier tratamiento médico, la TEC no se halla libre de efectos secundarios.
Los más frecuentes comprenden confusión, pérdida temporal de memoria y dolores de cabeza, no obstante, en la generalidad de los casos estos resultados son reversibles. Empero de las críticas históricas, cuando se emplea de adecuada forma y bajo vigilancia médica, la terapia electroconvulsiva continúa siendo una elección valiosa y válida para enfermos con padecimientos mentales severos y resistentes a distintos procedimientos.
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Desarrollos en la terapia de electrochoque en la esquizofrenia
La terapia electroconvulsiva (TEC) ha sido empleada en el régimen de graves trastornos psiquiátricos, donde se incluye la esquizofrenia, a partir de mediados del siglo XX, pero considerablemente ha avanzado en cuanto a su eficacia y aplicación. Si bien en el pasado se empleaba de manera indiscriminada, en el día de hoy se aplica con mayor precisión con el uso de relajantes musculares y bajo anestesia general para mejorar la seguridad y minimizar los riesgos.
En el tema de la esquizofrenia, la TEC ordinariamente se usa en enfermos que experimentan efectos secundarios graves con los antipsicóticos o no responden a los tratamientos farmacológicos convencionales. Los adelantos más nuevos en esta terapia comprenden la individualización de los parámetros de estimulación eléctrica, como la duración, la frecuencia y la intensidad de las corrientes, lo que permite reducir el riesgo de efectos adversos y mejorar los efectos terapéuticos.
Uno de los más significativos avances el uso de la TEC para la esquizofrenia es la declaración de que pudiera ser especialmente efectivo en la esquizofrenia resistente al tratamiento, una condición de la enfermedad en la que los enfermos no notan mejorías con los antipsicóticos atípicos o típicos.
Recientes investigaciones han demostrado que la TEC pudiera ser eficaz en el manejo de los síntomas positivos de la esquizofrenia, como los delirios y las alucinaciones, sobre todo cuando distintas terapias no han sido exitosas. Investigadores han hallado que la TEC posee efectos significativos y rápidos en la disminución de estas manifestaciones clínicas en ciertos enfermos, lo que les facilita un respiro en exacerbaciones graves de la enfermedad o en momentos de crisis.
En el transcurso de los años, los progresos en neurociencia han reconocido una concepción más honda de cómo la TEC participa en el cerebro. Las investigaciones de neuroimagen y los exámenes neurofisiológicos han puesto en evidencia que la terapia electroconvulsiva provoca cambios en la acción cerebral, especialmente en las áreas afines con la percepción y la normalización emocional.
En la esquizofrenia, se considera que estos efectos pudieran ayudar a restituir el alterado equilibrio neuroquímico en el cerebro de los enfermos, principalmente en lo que atañe a los neurotransmisores como el glutamato y la dopamina, que desempeñan un papel decisivo en la sintomatología psicótica.
Esta comprensión ha orientado la personalización de la TEC y ha brindado perspectivas nuevas sobre su beneficio en el procedimiento de los trastornos psiquiátricos complejos. No obstante, la TEC para la esquizofrenia continúa quedando como un método de última línea por su invasiva naturaleza y a los efectos secundarios donde pudieran incluirse confusión temporal, pérdida de memoria y cambios cognitivos.
Contrariamente de estos riesgos, la TEC continua existiendo como una importante opción para enfermos con esquizofrenia resistente al tratamiento, principalmente en contextos donde la calidad de vida del enfermo se ve afectada gravemente por la sintomatología psicótica.
En los momentos actuales, el rumbo más promisorio es el uso de la TEC en asociación con otros procedimientos, como las terapias psicosociales y los medicamentos antipsicóticos, con el fin de maximizar sus ventajas y minimizar los efectos desfavorables. Con el paso del tiempo, se aguarda que las investigaciones continúen depurando el uso de la TEC, optimizando la precisión del tratamiento y disminuyendo los riesgos asociados.
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