Dicen por ahí que la culpa es tan fea que nadie quiere cargar con ella.
Por tal razón desde pequeños y cuando nuestra madre o padre preguntaba -¿Tú rompiste esto?, nuestra respuesta casi siempre era que no, a no ser que nos vieran o cogieran con las manos en la masa.
Mi hija, por ejemplo, nuca hace nada mal, no importa que en la casa solo vivamos ella y yo. Aunque no tiene a quién echarle la culpa, siempre dice que no fue, a tal punto que he llegado a preguntarle a mi perra si es la responsable, pero aún así sigue sin reconocerlo.
Y es que, desde muy tempranos nos enseñan a echarles la culpa a otros. Hasta en algunos juegos infantiles está presente este tópico. ¿Recuerdan el juego: Fulana se comió el pastel que le hizo su mamá, ¿quién, yo?, yo no he sido?
O piensen y díganme si no han visto una escena parecida a esta:
“Un pequeño va corriendo sin mirar, se da un golpe contra una pared, o un escalón, o una puerta…. Empieza a llorar desconsolado. Su madre le consuela mientras el padre le dice algo así: La pared te ha hecho daño. ¡Pared mala! ¿Quieres que papi pegue a la pared por haberte hecho daño? ¡Toma, toma y toma!. Y ahí tienes a un señor hecho y derecho dándole sonoros pescozones al objeto inanimado en cuestión. En ocasiones el niño se anima y arremete también a pataditas y con cara de asesino”.
¿No sería más correcto haberles enseñado que sí hubieran mirado por dónde caminan no les hubiera pasado nada?. Pero no, más fácil es culpar a otro, aunque el culpable sea una puerta.
Es tan raro escuchar “me equivoqué…”, que puede decirse que es una frase en vías de extinción… especialmente para quienes no quieren asumir su responsabilidad.
El caso es que nadie quiere tener la culpa, ¿será tan fea en verdad? Uno de los errores más comunes es el no aceptar las realidades o consecuencias de nuestras acciones. Tendemos siempre a protegernos de cualquier situación que nos pueda causar dolor, daño o vergüenza.
La gente se cree qué es perfecta y raramente aceptan las críticas. Nos pasamos el tiempo justificándolo todo.
Si ahora mismo tratamos de hacer una representación mental de las justificaciones que damos a diarios, nos percataremos que la mayor parte del tiempo evadimos nuestra responsabilidad.
Encontramos tantos culpables como nuestra imaginación nos permita, al tiempo, al signo del zodíaco, a nuestra (mala) suerte, a la brujería, al gobierno, al clima, a la crisis…, en vez de intentar darnos cuenta de la participación que tenemos en lo que sucedió.
Cuántas veces no hemos escuchado decir y hemos dicho, (empecemos por nosotros mismos):
-llegué tarde por culpa del transporte,
- saqué bajas notas porque la maestra me quitó los puntos,
- todo me sale mal, seguro me han echado brujería,
-No terminé el trabajo que tenía que entregar el viernes, la culpa es de la empresa que no me dio más tiempo
Pero que alguien me diga si han escuchado decir:
-llegué tarde, es cierto que el transporte se demoró, pero la culpa es mía, debí levantarme mas temprano
- saqué bajas notas, la maestra no tuvo la culpa, es que no estudié lo suficiente,
- todo me sale mal, no estoy poniendo dedicación,
-No terminé el trabajo que tenía que entregar el viernes, la culpa es mía porque no le dediqué el tiempo que debía
Puede que si, que alguien lo diga, pero me atrevo asegurar que la mayoría de las personas solo justificamos. Es muy cómodo atribuirle a terceros que las cosas no hayan salido como buscábamos. ¡Vaya excusa!
Pues entonces se me ocurre preguntarle al amigo que recibió una abofeteada por piropear a la amiga de la novia, ¿Ella tiene la culpa por tener bonitas piernas?
¿Buscamos el origen del problema?, ¿y la responsabilidad para cuándo?. Tal parece que en gramática nos enseñaron a conjugar de la siguiente forma:
Yo soy perfecto
Tu te equivocas
Él se equivoca
Nosotros nos equivocamos… bien, vosotros si, yo no, porque yo soy perfecto
Vosotros os equivocáis
Ellos se equivocan
Como también es cierto el refrán que dice: “El que es capaz de sonreír cuando las cosas van mal es porque ya ha pensado a quién le echará la culpa”.
Lo gracioso es que, a veces, buscar las excusas y echarle la culpa a otros puede ser más difícil que aceptar y corregir los errores. Cuando esto sucede, pueden ser varios días de acusarse, buscar excusas, mientras que el problema sigue y sigue…
Si se fijan, cuando uno señala a alguien para echarle la culpa sólo uno de sus dedos le apuntan… ¿Y, los demás? Pues tres de ellos apuntan a uno mismo. Y de todo esto se aprende que antes de echarles la culpa de algo a los demás tenemos que mirar la parte de culpa que tenemos nosotros en el asunto… Y empezar a solucionar las cosas por ahí!
Todos tenemos el derecho a equivocarnos como seres falibles que somos por nuestra condición de humanos. En nuestra vida se sucederán éxitos, fracasos, desperfectos, inseguridades, aciertos.
Algunas personas ya tienen instalado el hábito de negar las faltas propias y culpar a todos por lo malo que les sucede… ¡por suerte los hábitos pueden cambiarse!
Social media Panamá
1/9/23 2:58
Este tema esta interesante
Georgesanz
23/3/15 0:29
Coincido integramente con su articulo aunque debo añadir que este mal esta enraizado también en algunos de nuestros directivos, que prefieren ver la paja o el defecto del vecino mas cercano, antes que dar el brazo a torcer y sacar la viga del propio ojo. Estas justificaciones a menudos son las que nublan el juicio a la ineficiencia y el andar lento de muchos procesos. Falta hace que se lleguen por su blog a ver si les hace conciencia. Siga así.
qbano
5/8/14 16:49
coincido con su escrito! las justificaciones absorben todo hoy en día! y la culpa no es mía que va ser mía si ami no me quiere ni la culpa jajajaajaja
la verdad es que nuestra realidad se ahecho acompañar de esta señora y no parece siquiera intentar abandonarla serán cosas del amor!?bueno quien sabe yyyyyyy....
pero como vamos a hacer sin saber de quien o donde fue el error o la culpa! lajugada.cubava.cu
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.