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lunes, 25 de noviembre de 2024

This is America en un mundo de afrohumanos (+Video)

Entre la humareda y la represalia militarizada se yerguen la solidaridad y el arte comprometido...

José Ángel Téllez Villalón
en Exclusivo 05/06/2020
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Childish Gambino-This-is-América
El videoclip de “This is America”, causó un concentrado de denuncias contra la discriminación racial y al tratamiento de las armas de fuego en Estados Unidos. (espinof.com).

El racismo se ha vuelto combustible en la América de Jim Crow, Angela Davis y Michael Jackson. La última chispa la prendió en Minneapolis el asesino de George Floyd y la llama se ha extendido a casi todo el país. Incendios que se repiten, igniciones iguales ante miradas demasiado distintas, en color, calor y cólera. Entre la humareda y la represalia militarizada por Trump se yerguen incandescentes la solidaridad y el arte comprometido, como también relampaguean truenos famosos para pescar cuotas de brillo.

Entre las reacciones más publicitadas se cuenta la de Madonna, La Reina del Pop publicó en su cuenta de Instagram un video de su hijo de 14 años, David Banda, donde se le ve ejecutar la coreografía de Michael Jackson en el video “They don’t care about us” de 1996, incluido el puño levantado. En el clip se escuchan aplausos al ritmo del himno y hasta un silbido que sigue la melodía. El post se completa con el siguiente mensaje: “Mientras las noticias del brutal asesinato de George Floyd viajan alrededor del mundo, mi hijo David baila para hacerle honor y tributo a George y su familia”.

Pero, como era de esperar en una sociedad tan fragmentada, el clip y el mensaje provocaron sentimientos encontrados. “Gracias por publicar esto, la mayoría de las personas ni siquiera se dan cuenta o escuchan las palabras con las que estaba bailando”, escribió uno de sus seguidores. “No escuchan, no escuchan, emiten un juicio dividido con sus ojos. Eso es lo que está mal en este país”.

“They don’t care about us” volvió a la atención pública en 2014 y 2015 a través del movimiento Black Lives Matter (Las vidas de los negros importan), contra la brutalidad policial estadounidense, pese al boicot que sufrió después de su estreno, por parte de las industrias del entretenimiento, y con mayor rigor, la versión más radical, que más lo conecta con estas demandas civiles y críticas a la discriminación racial, e incluso, a pesar de las diatribas más ácidas y la persecución de la fue objeto por las corporaciones mediáticas.

Sí, porque en el autoproclamado “país de la libertad” censuraron dos veces al mismísimo Rey del Pop. ¡Y por razones fundamentalmente políticas! A la canción se le acusó de antisemita, de insultar al presidente, y de lanzar mensajes como: “si Martin Luther King siguiese vivo no habría permitido esto”. MTV eliminó la versión del video en el que Michael Jackson canta en una prisión, bajo el argumento de que sus imágenes podían herir la sensibilidad del espectador.

En junio de 1995, poco después del lanzamiento del álbum HIStory, la comunidad judía de los Estados Unidos se molestó por las frases “jew me me” y “kike me”, utilizadas en “They don't care abaut us”, por considerarlas antisemitas. Michael se ve obligado a disculparse y el álbum tuvo que reeditarse con otra versión del tema donde cambiaron la frase por “do me” y “strike me”, enmascaradas por los efectos del sonido. Al respecto declaró la estrella del pop: “No es antisemita. Porque no soy una persona racista. Nunca podría ser un racista. Amo a todas las razas de personas, desde los árabes hasta los judíos, como dije antes, a los negros”. La expresión partía desde la posición de víctima, era más bien: no me clasifiques o estigmatices por mi origen racial, étnico o religioso.

La idea de quien negó su color de su piel y de quien lo defiende hasta hoy, era construir un único y contundente videoclip. Michael Jackson le pidió al realizador del video Spike Lee una chispa, un concentrado de escenas que representaran toda la inhumanidad del hombre. “El concepto original no era hacer dos videos, las cosas de la prisión se iban a combinar con las cosas que grabamos en Brasil” —contó el comprometido cineasta.

En enero de 1996, se filmaron las escenas en una prisión real en Queens, Nueva York. Al mes siguiente viajaron a ciudades brasileñas de Río y de Salvador, para completar las tomas que emplearían. Sin embargo, al presentarse a los ejecutivos de la Sony, en un lujoso hotel de París, estos lo censuraron, decidieron que si no cambiaban el contenido no se publicaría. No era para tanto, pero para los directivos de la Sony se pasaba de la norma, de su cómoda “normalidad”.

En un tono, demasiado crítico para los oligarcas, se presentaba al famoso músico como un activista social. Jackson protagonizaba una protesta, levantando el puño, arengando y segundado por decenas de presos mayoritariamente negros y mestizos. Estas tomas se complementaban con imágenes violentas, tomadas de documentales, de brutales golpizas policiales de los afroamericanos en Los Ángeles, de la rebelión estudiantil en la Plaza de Tiananmen en China, así como imágenes de la guerra de Vietnam. Además, se conectaba con la situación de hambruna que padecen miles de niños en África.

Para el The New York Times el tema está lleno de “rabia” y “oscuridad”. En contraste, para Olga Petrova de Krasnoyarsk: “No hay rencor y no hay espíritu de venganza en esta canción: no hay acusación, solo una protesta y una indignación. (…) El contenido y la energía de la canción se mantienen dentro de los límites tan prudentes que es casi imposible encontrar notas agresivas en ella. Todo lo que quiero decir es que realmente no se preocupan por nosotros, casi no se puede abordar este asunto con una línea más reservada y delicada” —agregó.

La versión de la prisión era un poderoso drama documental, menos tolerable que la versión brasileña extravagante, exótica, donde el problema se exportaba al mundo bárbaro, tercermundista, al sur. En esta segunda adaptación, la más conocida, los policías vigilantes, indiferentes a la fiesta de ritmos y colores, se constituyen en el único elemento represivo que nos recuerda el significado social de la canción. Se diluía así una idea esencial y totalizadora: el problema es global y todos los afrohumanos lo enfrentaremos.

Ya en aquel entonces Spike Lee era un famoso director de cine, con películas como Fiebre de la selva y Get on the bus, que tocaban problemáticas raciales y sociales. Empeño que no ha menguado con los años. Hace unos días, estrenó el cortometraje 3 Brothers, en donde aborda la violencia racial y la brutalidad policiaca en contra de la comunidad afroamericana. El corto se transmitió por medio de las redes sociales, donde completó su título, 3 Brothers-Radio Raheem, Eric Garner y George Floyd, y se cuestionó: “¿La historia dejará de repetirse?”.

A propósito, el también actor y productor expresó: “Esto no es nuevo, vimos con los disturbios en los años 60, el asesinato del Dr. King, cada vez que algo salta no obtenemos nuestra justicia, la gente está reaccionando de la forma en que lo hacen para ser escuchados, (…) Estamos viendo esto una y otra y otra vez... Esto es lo que ocurre: la muerte de cuerpos negros, eso es lo que es este país ha construido” —enfatizó.

En 2018, Spike Lee estrenó BlacKKKlansman, otro film basado en hechos reales y otra declaración de principios contra la violencia racial y el supremacismo blanco en su país. Aquel, como apuntaron, dialogaba con su anterior película Malcolm X (1992). Hoy, también se alude otro diálogo, entre el corto 3 Brothers y Haz lo que debas, aquella obra suya de 1989, por la que lo tildaron de exagerado o de instigar a la violencia racial. En el corto de ahora, Lee realiza un montaje en paralelo de la muerte del personaje de Bill Nunn de Haz lo que debas con las grabaciones de los arrestos de Floyd y la de Eric Garner, muerto en Nueva York en 2014, también a manos de la policía. Un impactante paralelismo, entre sí y con la realidad misma, pues tanto el personaje de ficción como las dos víctimas reales perecen a causa de la asfixia mientras son reducidos por la policía.

Igual impacto causó el videoclip de “This is America”, un concentrado de denuncias contra la discriminación racial y al tratamiento de las armas de fuego en Estados Unidos, creado por el músico y actor Donald Glover. El video lo dirigió Hiro Murai, y lo publicaron a inicios de mayo del 2018. En tres días, alcanzó casi 37 millones de reproducciones en YouTube y hasta a 60 millones llegó dos días después. Por la frescura del ritmo y la sátira de la letra: “Esto es Estados Unidos, que no te pille dormido (…). Solo eres un negro en este mundo, eres solo un código de barras, ay. Solo eres un negro en este mundo conduciendo coches caros y extranjeros. Lo puse de rodillas en el jardín: probablemente esa no es la vida para un perro, para un gran perro” —pero sobre todo por el simbolismo del audiovisual.

Son seis planos, repartidos en cuatro minutos, reflejos de una extensa e intensa reflexión sobre estos temas, pero desencadenada en arte, por la masacre de Charleston, en la que, como se recuerda por estos días, nueve feligreses en una iglesia fueron ametrallados por un supremacista blanco. Secuencias elocuentes que por momentos cortan la respiración, “desfile ágil y tétrico de múltiples representaciones y conflictos de la cultura negra a lo largo de la historia”. Una contundente denuncia de lo que se repite hoy en la América de Lincoln y de Trump, pero también en otras partes del planeta.

Como bien ha manifestado Danny Glover: “La segregación comenzó con los conquistadores, con la colonia, pero grandes pensadores que han analizado el tema y que se han pronunciado a comienzos del siglo XXI, han coincidido en que la situación sigue siendo la misma, en todos los países del mundo y contra eso es necesario seguir luchando”.

No es un asunto de afrodescendientes, puesto que en honor al humanismo y a la ciencia, las razas no existen y todos los homos sapiens descendemos de África.


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José Ángel Téllez Villalón

Periodista cultural


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