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lunes, 25 de noviembre de 2024

Al sur del jazz: ensayos de libertad

Este 30 de abril, desde los más oscuro rincones del mundo, se intentará despertar y articular miríadas de emociones, musicar en comunión esos ensayos de libertad del jazzman…

José Ángel Téllez Villalón
en Exclusivo 29/04/2022
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Jazzista
“El poder del jazz, es sanador. Repara el alma. Abre la percepción a nuevas sensibilidades”, opina el guitarrista dominicano Isaac Hernández (Foto tomada del blog Unchindtord)

“El jazz encarna la libertad, justamente porque sus raíces emanan de la esclavitud”, declaró Herbie Hancock, Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO  y a quien se debe la iniciativa de la celebración de El Día Internacional del Jazz, establecido por la UNESCO en 2011.

Los espirituales negros surgieron de la resistencia de los negros a la esclavitud. El jazz nació como expresión de resistencia frente a la opresión y exclusión de músicos  que no sabían leer la música, y que tocaban con un sentido innato para improvisar. Por ello,  es esencialmente   improvisación y expresividad. No hay censura a la hora de tocar. Son “músicos irreductibles a toda mediatización, sea la de una estética musical cualquiera, sea la de una interpretación”. El  jazz es un ejercicio de liberación humana en tiempo real, los músicos, noche tras noche, se reinventaban a sí mismos.

“Cuando nació el bebop era la voz de la América negra. Los estadounidenses negros exigían libertad y el jazz lo expresó mucho mejor que las palabras. Charlie Bird Parker tocaba Now’s the Time insistiendo en que había llegado el momento del cambio social. Charles Mingus compuso Fable of Faubus (1959) en respuesta al racismo de gobernador de Arkansas, Orval Faubus. John Coltrane grabó Alabama después de que cuatro muchachas negras muriesen al explotar una bomba en una iglesia de Birmingham. Cuando Martin Luther King inició su campaña a favor de los derechos civiles, toda la comunidad del jazz, blancos y negros, lo apoyó sin fisuras”. De tal modo resumió su raigambre emancipadora el jazzman, escritor y activista de izquierda  Gilad Atzmon, para  quien el  jazz sigue siendo  “una visión del mundo, una forma innovadora de resistencia”.

“Cuando un músico negro coge su instrumento y empieza a soplar, improvisa, crea; sale de su interior. Es su alma. El jazz es el único espacio de Estados Unidos en el que el hombre Negro puede crear libremente”. Así describió Malcolm X el espíritu del jazz, en un mitin político organizado en Nueva York en 1964. Entre el público se encontraba el músico de jazz John Coltrane.

Lo mismo podría expresar ahora  compositor y pianista palestino Faraj Suleiman. Uno lo escucha con ese taladrar del piano, o esas caricias, como de encaje de mezquita, y siente, al ritmo de sus emociones, un anhelo de país herido. Con las que intenta reencontrase. “Estoy tratando de encontrar el significado o el sonido del piano oriental", confiesa  en referencia a su híbrido jazz. "Para la edad joven, no tenemos referencias palestinas. Debido a la Ocupación y tantas guerras, nadie tuvo tiempo para escribir música o pensar en música".

“El mensaje de libertad está inserto en el corazón mismo de esta música, que se define por la improvisación. La capacidad de los músicos para colaborar y escuchar, tocar y compartir su arte mediante esta forma de expresión libre refleja el espíritu de los movimientos de emancipación de todo el mundo, destacó la Directora General de la UNESCO Audrey Azoulay en su mensaje de 2018, por la séptima edición del Día Internacional del Jazz. “El jazz realza la belleza de vivir el presente, el coraje de asumir riesgos, no solo respecto a sí mismo, sino también con los demás, para explorar las aguas indefinidas y a veces turbias de lo posible o incluso de lo inimaginable para el individuo y la colectividad”.

Las sumisiones del jazzman, aclaraba Julio Cortázar, carecen de la obligada servilidad del concertista clásico. Rechazan las reglas  impuestas, se proyectan al mundo para armonizar ese universo aparentemente caótico, con esa pasión compartida  por los  sonidos del alma.  De ahí que el autor de Rayuela definiera  al jazz, “(C)omo un árbol que abre sus ramas a derecha, a izquierda, hacia arriba, hacia abajo, permitiendo todos los estilos, ofreciendo todas las posibilidades”.

Al respecto comentó el guitarrista John McLaughlin, quien grabara junto a Miles Davis el ontológico disco Bitches Brew: “En la música que utiliza la improvisación, es la espontaneidad: estar en el presente. El músico se mete en un problema, corre un riesgo. Y el público lo sabe, lo siente. A veces nos equivocamos, pero no importa, lo único que sale herido es el ego. La espontaneidad, en un sentido colectivo, es hermosa: no te permite esconderte, sólo puedes ser tú mismo. No puedes pensar, no hay tiempo para hacer nada más que estar ahí. También ocurre entonces una relación de complicidad entre los músicos, una conexión muy profunda. Tienes la posibilidad de hacer que algo mágico ocurra.”

En tal sentido, para Wynton Marsalis una banda de jazz se constituye en  “una auténtica escuela de virtudes cívicas”;  pues en ella se trata de “hacer algo juntos y permanecer unidos”. En un “solo”, brilla el talento, la individualidad, pero gracias a los demás, que no la dejan naufragar. Se emula, pero en clave fraternal.

“Para mí el Jazz es un estilo de vida, una filosofía de vida porque no existe discriminación, no hay racismo, es la igualdad y la lucha por los Derechos Humanos desde la música, considera  el violinista  boliviano  Gustavo Orihuela. “El jazz me permite, con mi violín, acceder a cualquier música del mundo. Desde el punto de vista técnico musical, te posibilita conversar con fluidez con otros instrumentos en cualquier situación, conocer músicos de todo el mundo sin hacer un ensayo previo, te da una capacidad intuitiva amplía porque constantemente estas creando, es crear en vivo y que ninguna presentación sea la misma. Después, como filosofía, es un estilo que lucha con la exclusión social, por la aceptación de la diversidad y por el derecho a la expresión libre y diversidad. Es una ideología que pregona los valores del ser humano, comentó en entrevista.

Sobre este espíritu ecuménico y aglutinador también opina el guitarrista dominicano Isaac Hernández. Para  el también líder del Trío Jazz el “jazz es música que salva”. “El poder del jazz, es sanador. Repara el alma. Abre la percepción a nuevas sensibilidades, otorgando a la gente que queda bajo su influencia, un aliento especial que amplía la forma de ver la existencia” dijo Hernández para la décima edición del Día Internacional del Jazz. “El jazz es una realidad múltiple, tejida a través de encuentros entre culturas, instrumentos y personas”, añadió.

Gustavo Orihuela e Isaac Hernández  serán protagonistas de las celebraciones por el Día Internacional del Jazz en sus respectivos países.

En Bolivia, desde el 16 de abril, en Tarija, diferentes colectivos e instituciones han  colaborado  para organizar recitales. Para el 27 de abril se anunció la presentación en los jardines del Palacio Portales de Cochabamba,  y para el 30 de abril, en las ciudades de La Paz y Santa Cruz. En la capital cruceña se realizará en el teatro del Centro Boliviano Americano y en La Paz en la Plaza Mayor (San Francisco).

“Ésta será una celebración muy especial. No sólo festejamos este género tan maravilloso, sino que estamos volviendo a las presentaciones presenciales, recuperando el ritual de juntar los músicos con la audiencia en directo”, anunció Gustavo Orihuela, uno de los coordinadores de Las lenguas del Jazz en Bolivia, el programa de festejos para esta ocasión. “Además de conmemorar la fecha, el concierto del sábado está pensado para que todos podamos conocer el trabajo de los artistas emergentes y recordar a quienes ya se establecieron. Es, además, la forma ideal de poder conocer más acerca del género”, agregó el virtuoso violinista y líder de  la banda Gustavo Orihuela Quartet.

Orihuela es impulsor de la música boliviana en el mundo y lleva adelante el proyecto educativo Laboratorio y Escuela de Violín Moderno, donde forma músicos y también profundiza en la Musicoterapia. Asume el jazz  como “una historia de resiliencia y mucha estética” y se  propone, como tarea, frente al  estigma elitista,  “hacer propuestas inclusivas” que convoquen a  niños, jóvenes y adultos, llegando a diferentes escenarios educativos, y fomentar la generación de públicos críticos con “mejores actividades relacionadas al arte”. “Estamos abriendo un poco esta brecha y que la gente escuche nuevas cosas”. “Soy muy crítico con lo que pasa actualmente en Bolivia, consumimos folclore o basura (reguetón), que es la tendencia mundial, pero cuando reflexionamos qué es lo que hace bien a una sociedad, debemos repensar qué estamos consumiendo”, enfatizó.

La celebración dominicana tendrá lugar el sábado en la  emblemática Fortaleza Ozama, convertida en el centro musical de la Feria Internacional del Libro de Dominicana que acontece por estos días. En una gigantesca tarima de luces y pantallas led, se presentará el  joven maestro, natural de Santiago, Isaac Hernández. También será un espacio para reafirmación  de una identidad  y de un orgullo nacional.

En septiembre de 2020, Hernández publicó  una serie de videos de sus Live Session, entre ellos el de “Llegó La Capitana”, dirigidos por Laura Olivo, producido por Elena Ramírez y editado por Daniel D’Meza. La suya actualiza  una pieza de jazz siglo XXI, “inspirada en la tradición ancestral de la Sarandunga, música y baile afrodominicano de homenaje a San Juan Bautista que se realiza en Baní, provincia de Peravia  y que mantienen viva los portadores de esta tradición cada mes de junio”. 

Para este año, a propósito de los estruendos de las guerras que estremecen al Mundo, el  mensaje de la Directora General fue esencialmente un llamamiento a la paz y la unidad mundial: “Con los conflictos y divisiones que prevalecen en muchas partes del mundo, tengo la esperanza de que, a través del lenguaje universal del jazz, nuestra celebración de este año pueda inspirar a las personas de todas las naciones a sanar, a tener esperanza y a trabajar juntos para fomentar la paz”. “El jazz es portador de un mensaje universal que tiene el poder de fortalecer el diálogo y nuestra comprensión y respeto mutuos. En momentos en que el mundo se ve afectado por múltiples crisis y conflictos, este día internacional pone de relieve lo mucho que la música y la cultura pueden contribuir a la paz”-añadió Azoulay.  

Con ese espíritu  se reunirán los del Concierto Mundial de Estrellas en el Salón de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, un selecto reparto con los artistas de jazz más consumados del mundo. Como las mujeres africanas que participan en la  segunda edición de la  serie de conciertos JazzWomenAfrica, organizados en colaboración con la agencia cultural ANYA Music (Marruecos). Y los que en varias ciudades miembros de la Red de Ciudades Creativas de la UNESCO de todo el mundo organizarán sus propias celebraciones durante el Día Internacional del Jazz.

En Cuba, como se viene haciendo habitual no faltaran las celebraciones.   

Desde este viernes  29 de abril hasta el domingo 1 de mayo de 2022, tendrá lugar en la ciudad de Matanzas la V Edición del Festival Matanzas Jazz. Bajo el título de este año, Tambores del Jazz Cubano por la Paz, el evento constituye un espacio referencial que reúne a prestigiosos exponentes del género. Según informó en conferencia de prensa Miguel Ángel Rodríguez Zulueta (Miguelón), presidente del Comité Organizador, la Sala de Conciertos José White acogerá la gala inaugural, para la que se convocaron AfroCuba, Mestizaje, Alejandro Falcón y Cubadentro. Por su parte, en el llamado Patio Colonial podrán disfrutarse momentos singulares del festival, y a ello se suman el portal del Teatro Sauto, el patio de la casa social de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y el paseo cultural Río San Juan.

Por demás, el Centro Nacional de la Música Popular anunció como parte de esta celebración por del Día Internacional del Jazz, un concierto con los reconocidos guitarristas Emilio Hernández y Héctor Quintana el propio 30 de abril, en el Teatro del Museo Nacional de Bellas Artes.

Quintana, con formación académica en la guitarra eléctrica, tuvo en la Jazz Band su gran escuela, en 2011 mereció el primer premio de interpretación entre mayores del concurso Jojazz y cuatro años más tarde ganó un Cubadisco en la categoría de Ópera Prima por Dactilar. Hernández integra desde 2005 la agrupación Habana Ensamble, difusora de la música de la isla en numerosos escenarios nacionales y foráneos y con un repertorio versátil conformado por boleros, salsa, instrumentales, congas y versiones de clásicos del jazz.

Este 30 de abril, desde los más recónditos rizomas del jazz, se intentará despertar y articular miríadas de emociones, al  sintonizarlas en comunión con “ese fluir de la invención interminable”, con ese encuentro con lo natural, sincopado, con esos ensayos de libertad del jazzman. Al  comprender ,  como Martí, que “(E)n lo poético no es el entendimiento lo principal, ni la memoria, sino cierto estado de espíritu confuso y tempestuoso, en que la mente funciona de mero auxiliar, poniendo y quitando, hasta que queda en música, lo que viene de fuera de ella”.


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José Ángel Téllez Villalón

Periodista cultural


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